Por Si Estaban Con El Pendiente

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Por Si Estaban Con El Pendiente

Quetzalli Hernandez

15/08/2025

 

ROCIO NAHLE HUYE DE LA PRENSA.

En política, el control del mensaje lo es todo. Después de semanas complicadas frente a los micrófonos —donde las preguntas incómodas y los cuestionamientos parecían no dar tregua y dónde sus encuentros con la prensa no le favorecieron— la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, decidió esta semana tomar una ruta distinta: simplemente evitar la conferencia de prensa porque ya no le estaba saliendo bien.

En lugar de enfrentar a los medios, Nahle optó por “bajar” a supervisar los avances de la remodelación del Palacio de Gobierno. Acompañada del secretario de Gobierno, Ricardo Ahued Bardahuil, la mandataria recorrió los pasillos, saludó a algunos transeúntes y permitió que las cámaras la captaran en un ambiente mucho más controlado y sin sobresaltos en medio de una imagen cuidadosamente construida: la de una gobernadora cercana, ocupada, enfocada en lo suyo. Una postal conveniente, especialmente cuando hay temas urgentes que simplemente no quiere abordar.

Este movimiento no fue casual. En la narrativa política, cuando no se quiere responder, se habla de otra cosa. Y así lo hizo la gobernadora. La visita a Zongolica y el remozamiento del Palacio se convirtieron en el centro del discurso mediático. Sin conferencia, no hubo espacio para preguntas, y sin preguntas, no hubo espacio para temas incómodos para ella y su gobierno.

Es una jugada conocida: marcar la agenda antes de que otros la marquen por ti. Pero también deja ver que, en el fondo, algo no marcha del todo bien en la relación entre la mandataria y los medios y que su comunicación social no le está funcionando porque cuando el silencio o el desplazamiento simbólico —como salir de la oficina para “supervisar obras”— se convierte en estrategia, el mensaje entre líneas también habla: se evita lo que no se puede (o no se quiere) enfrentar.

Así, esta semana Rocío Nahle logró controlar el guion. Pero como en toda obra política, el silencio también tiene un tiempo límite y las preguntas, tarde o temprano, regresarán.

Esta semana la gobernadora Nahle ganó tiempo y nada más pero, si pretende implementar esto como rutina, no debe olvidar que el silencio no oculta debilidades sino que las grita y que, marcar los temas a la fuerza solo retrasa lo inevitable porque la estrategia de controlar el mensaje mediante ausencias no es sostenible.

 

LA SSP TAMBIÉN DEBE “DAR CARA”

Así como la gobernadora ha instruido a la Fiscalía del Estado a salir a dar la cara y responder los cuestionamientos sobre hechos delictivos, es momento de que esa misma exigencia alcance a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Los hechos recientes en el sistema penitenciario veracruzano no sólo son alarmantes, sino que evidencian una crisis interna que no puede seguirse administrando con silencios.

Si hay una dependencia que hoy está en medio del escándalo, esa es la SSP. Lo que ocurre en los penales no es normal, ni se puede minimizar. El asesinato del director de “La Toma”, el jueves 14 de agosto, es una señal clarísima de que hay una fractura al interior del sistema penitenciario. A esto se suman motines, traslados intempestivos, cambios de personal y una opacidad preocupante que sólo alimenta sospechas.

En este contexto, es indispensable que el titular de la SSP, Alfonso Reyes Garcé, dé la cara porque hasta el momento ha guardado silencio como si lo que ocurre dentro de su dependencia no mereciera un solo comentario.

El discurso de transparencia del gobierno Veracruzano no debe depender del tipo de institución ni del nivel de presión pública. Si a la fiscalía se le exige rendición de cuentas, lo mismo debe exigirse a la secretaría responsable de los penales y de la seguridad interna del estado.

Además, hay movimientos internos en la dependencia que refuerzan las sospechas de que algo se está reacomodando —aunque sin informar a la opinión pública.

Tal como lo señaló la columnista Fany Yepez, en el área jurídica de la SSP ya hubo cambios, y ya sabemos quién es su nueva titular: una joven abogada de nombre María Fernanda Valverde. Sin embargo, no se ha comunicado si este cambio obedece a una renuncia, a un cese o a una reubicación del anterior funcionario.¿Por qué fue removido el extitular? ¿Fue decisión propia, se le pidió la renuncia o fue trasladado a otra área?

Veracruz vive una etapa compleja en materia de seguridad. Y si desde el gobierno se pretende sostener una narrativa de orden y control institucional, lo primero que se necesita es coherencia: si se pide que una institución dé la cara, todas deben hacerlo.

 

LA SEV Y SU DISCURSO POPULISTA

La secretaria de Educación de Veracruz, Claudia Tello, repite con aire de heroína social que “ningún padre de familia debe pagar inscripción para el ingreso de sus hijos a la escuela pública”. Un discurso fácil, cómodo, y políticamente rentable. Pero también profundamente falso, irresponsable y, dañino.

Lo que no dice la secretaria —y debería decir— es que la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) únicamente paga los sueldos de los maestros. Nada más. Ni el agua, ni la luz, ni el papel, ni la limpieza, ni el mantenimiento de los planteles, ni el internet, ni siquiera una impresora. ¿Quién paga eso? Las escuelas no tienen presupuesto asignado para cubrirlo. Entonces, ¿cómo funcionan? Con el mismo dinero que ahora Tello quiere desaparecer con su “discurso bonito”: las cuotas escolares que los padres de familia aportan año con año.

Así que cuando la secretaria se para frente a las cámaras a exigir que no se cobren inscripciones, en realidad está saboteando a las propias escuelas. Está dejando a los planteles sin recursos para operar, empujándolos al abandono administrativo y al desgaste con los padres de familia, todo para sostener una narrativa oficialista y populista.

Porque no hay una sola alternativa financiera propuesta por la SEV para reemplazar esos ingresos. Ni un peso extra. Ni un plan emergente. Ni una política clara. Solo el discurso demagógico que deja bien a la secretaria ante los reflectores… y deja hundidas a las escuelas.

Y si hablamos de abusos, que no se haga la distraída. Donde sí hay abuso real y descarado es en el negocio de los uniformes escolares. Porque mientras Tello dice que defenderá a las familias del cobro de inscripción, guarda silencio absoluto ante un problema que sí golpea con fuerza el bolsillo de los padres: los uniformes con sobreprecio que muchas escuelas imponen de forma arbitraria.

Uniformes con logotipos, bordados, colores “oficiales” y precios inflados que superan fácilmente los 2 mil o 3 mil pesos por niño. ¿Dónde está el control ahí? ¿Dónde está la Secretaría? ¿Por qué no se pronuncia? ¿Por qué no regula? Porque todos saben —y la secretaria también— que en muchos casos hay maestros y directivos que se quedan con comisión por venta, mientras que la escuela no recibe ni un centavo y los padres tienen que endeudarse para cumplir con lo “obligatorio”.

Mientras ella se vende como defensora del pueblo, son los padres quienes tienen que romper el cochinito cada inicio de ciclo; son los directores quienes tienen que explicar por qué no hay papel para una boleta o jabón en los baños; son los maestros quienes sacan de su bolsillo para comprar marcadores o copias.

La educación pública no puede seguir dependiendo de la caridad de los padres ni de la simulación de los funcionarios. Veracruz necesita una Secretaría de Educación que administre, regule y garantice condiciones mínimas en las escuelas, no una oficina de relaciones públicas dedicada a construir discursos para las redes sociales.

 

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