Por Si Estaban Con El Pendiente — EL NEGOCIO SUCIO DE LOS BONOS NAVIDEÑOS DE SESVER

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Quetzalli Carolina Vázquez

 

“Alguien” dentro del gobierno de Veracruz creyó que podía volverse millonario manejando el dinero de los trabajadores de la salud y apostó a que nadie se daría cuenta.

Durante años, los trabajadores recibieron su bono en dinero contante y sonante; pero, de pronto, sin explicación y sin consenso, la administración de Rocío Nahle decidió sustituir el efectivo por monederos electrónicos que solo podían canjearse en un supermercado específico y en un par de empresas más.

El detalle que vuelve sospechosa la determinación es que el corporativo detrás del supermercado donde obligatoriamente debían usarse los vales no es una empresa cualquiera, se trata de un grupo comercial que opera un sistema de “beneficios” para quienes canalizan grandes volúmenes de consumo a sus tiendas: devuelve hasta el 10 por ciento del monto total que ingresa al negocio, un mecanismo perfecto para hacer dinero sin mancharse las manos… al menos en apariencia.

Los números no mienten, en Veracruz hay cerca de 19 mil trabajadores de SESVER que reciben alrededor de 14 mil pesos de bono, eso suma aproximadamente 266 millones de pesos, el 10 por ciento de ese monto equivale a 26 millones de pesos: veintiséis millones que no regresarían a los trabajadores, sino a quien firmó el convenio y aceptó convertir una prestación laboral en un negocio privado.

Las preguntas son inevitables: ¿Quién firmó? ¿Quién se quedaría con ese reintegro millonario? ¿Y para qué se usaría ese dinero?

La gobernadora declaró que SESVER actuó conforme a derecho y precisó que la confusión fue generada por información contradictoria incluida en los sobres entregados por la empresa proveedora sin embargo, las manifestaciones realizadas por trabajadores en distintos puntos del estado exhibieron el malestar de un sector que se sintió utilizado como pieza de un negocio ajeno a su bienestar.

La presión social obligó al gobierno a recular y Rocío Nahle tuvo que salir a anunciar que los trabajadores podrán cambiar sus vales por efectivo; el gobierno dio marcha atrás, pero no lo hizo por convicción, sino por presión. Rocío Nahle no actuó por justicia; no es que haya escuchado a los trabajadores ni que sus palabras la hayan sensibilizado, ¡no! Lo que pasó es que el plan se cayó antes de que pudiera consumarse por completo.

Tras lo ocurrido, la respuesta a la demanda laboral se percibe más como una simulación, y la simulación, cuando hay millones de pesos de por medio, huele a corrupción.

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