ACERTIJOS — José Manuel del Río Virgen (MC)

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*Los funcionarios Son cómo los libros de una biblioteca; los situados en los lugares más altos son los más inútiles. Camelot.

Gilberto Haaz Diez

Filtra y anuncia el presidente estatal de MC, Sergio Gil Rullán, el nombre de José Manuel del Rio Virgen como candidato al gobierno de Veracruz, por encargo y cortesía de Dante Delgado Rannauro y Ricardo Monreal, la dupla de sus amigos y aliados. Académico, economista, dos veces diputado federal y alcalde de Tecolutla. Secretario Técnico de la Jucopo en el Senado de la República, una mañana sufrió un quebranto de parte de Cuitláhuac García. Lo detuvieron acusado de autor intelectual de un asesinato, que jamás le pudieron comprobar, pero lo tuvieron entambado durante seis meses. Y aunque Dante y Monreal llegaran a Pacho Viejo exigiendo su liberación, ni las puertas les abrían. Ni los oían ni los veían. Algunos pensaban en aquel tiempo que era entregarle la cabeza al presidente, como en los tiempos de los cesares romanos, porque Monreal daba mucha guerra y este hombre era y es su incondicional. De allí su largo cautiverio. Licenciado y maestro en ciencias, es una gente muy preparada. Dante lo va a lanzar de candidato solitario, avalado que, en Jalisco, cualquiera de sus 5 candidatos retendría la gubernatura, según encuesta de Reforma, el problema es que en Veracruz abrirá un abanico en esa elección, porque por un lado irán por Morena o el Cheko Gutiérrez Luna o Rocío Nahle, por la Alianza cualquiera de los 17 mil Yunes, incluidos Pepe y Héctor, también el senador Julen Rementería o Juan Manuel Diez Francos, alcalde orizabeño. Y entre todos contra todos, el favorecido sería Morena. Pero Dante jura y perjura por sus dos ciudades queridas, Alvarado y Córdoba, que no va en Alianza, cuando él sabe y debe conocer que una Alianza vencería fácilmente a este gobierno que solo ha dado de tumbos y tiene a la gente muy descontenta, según el PRD. Yo no sé muchas cosas, es verdad, por parafrasear al poeta León Felipe, pero sí sé y sospecho que, cualquiera de estos candidatos de la oposición, si llegan a ganar la gubernatura, este equipo que gobierna Morena, se incluyen a unos diez empezando por la cabeza, tomarán al otro día sus flechas rojas (esos autobuses ya no existen), serán sus AU o ADO o el Viva Aerobús para salir a la frontera y de allí, si se ponen listos, tomar el vuelo de El Al de los judíos rumbo a Israel, que es el país que no tiene tratado de extradición con México, aunque los israelitas no están contentos con AMLO, prueba de ello es que Marcelo Ebrard pide la extradición de dos mexicanos, Tomás Zerón, acusado injustamente por Ayotzinapan y el comunicador Andrés Roemer. Israel está molesto con México por la votación en Naciones Unidas. Esos son muy celosos de sus cosas. A Echeverría, en otro tiempo lo pusieron a parir chayotes cuando votó México que ‘el sionismo era una forma de racismo’, y los israelitas le hicieron un boicot turístico que el de San Jerónimo a poco tiempo rindió la plaza. Con esos con cuidado, son los dueños del mundo. Así anda AMLO, fuera de su gracia. Todo porque México apoyó en Naciones Unidas (ONU) y votó ‘sobre posibles crímenes de guerra de Israel contra los Palestinos’. El otro país que no tiene Tratado de Extradición es Líbano, pero allí hay que andar ensabanados. En fin.

LAS FIESTAS DE LA CANDELARIA (LA CHINGADA)

Cada que se acercan las Fiestas de la Candelaria, donde algunas veces estuve y andé, no solo a las fiestas, también fui a la inundación haciéndole al reportero de a pie, aunque esa vez en lancha. Pero cada que llega el día 2 de febrero, me recuerda al libro del gran Roberto Blanco Moheno: Un son que canta en el rio. Va un extracto.

 – ¡BOGANDO, con una chingada! Llegábamos a La Trocha. El Julián, el Arturo y el José María flojeaban con los remos, mientras el Enrique apenas si apretaba el canalete. Yo iba, acurrucado a proa, escogiendo los mejores pescados para la casa del gachupín. Y el Tío Tamarindo, sentado en la popa, acababa de soltar la voz a través de la boca chimuela, amargada por años y años de chupar la fuma de tabaco traída de San Andrés:

– ¡Bogando, bogando, con una chingada!

Ahora, en esta gran ciudad de México, respingo cuando oigo a un chilango soltar la palabrota. Me suena a bofetada ¡y no caigo en la cuenta de que yo la empleo de continuo, con la misma naturalidad que el Tío! Pero entonces, en el pueblo de mi despertar a la vida, ¿cómo extrañarme? El Tío Je había llegado un día a la Oficina de Correos con la sonrisa abriéndole en dos la cara apergaminada:

– ¡Estreno papeles!

Y cuando la encargada le dijo que no podía aceptar aquel sobre tan elegantemente impreso “Rancho de La Chingada”, ¡el lío que armó el viejo!

– ¿Y ora qué tiene eso de malo, con una chingada?

Nunca pudo entender las razones de doña Loreto. En otros lugares eso era una mala palabra, una horrible palabra, un pecado.

– ¿Y ora por qué, doña Loro, si así se llama mi ranchito?

–Pero es que aquí, como ustedes son unos salvajes, sueltan todas las blasfemias habidas y por haber sin darse cuenta. ¿Pero y allá “arriba”? ¡Capaz que pierdo el empleo!

– ¡Uy, pos eso sí que está de la chingada!

www.gilbertohaazdiez.com

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