CONTRAPUNTO — Gran fracaso

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Por Juan José Contreras Lara

No falta mucho para que, como parte del desgaste normal que implican los ciclos políticos, el actual gobernador Cuitláhuac García Jiménez, empiece a perder poder paulatinamente y eso ocurrirá, por fortuna, dentro de unos meses cuando se perfilen con más fuerza las aspiraciones y luego precandidaturas de quienes desean sucederlo.

Con toda certeza creo que los veracruzanos debemos congratularnos de que ello ocurra, porque es innegable que Cuitláhuac ha resultado ser un mandatario terriblemente mediocre, lo que, para un estado que ha contado en ese cargo con personajes de incuestionable estatura política nacional, resulta una verdadera afrenta.

Su gran fracaso, hay muchos otros, pero este es el que más agravia a la sociedad, ha sido en el tema de la seguridad pública. 

La violencia desbordada en muchas regiones, el sanguinario control que ejercen en territorios enteros las bandas criminales, el evidente fracaso de las mil y un “estrategias” impulsadas durante los cuatro años de su gobierno y su actitud de desprecio y criminalización de las víctimas que constantemente exhibe, así como su proclividad al abuso de autoridad y la represión, hará que su gobierno sea recordado como una etapa de oscuridad.

Si alguna duda hay sobre esto, nada más hay que imaginar el cotidiano desafío que tienen que enfrentar cientos de miles de veracruzanos, que a diario tienen que salir a las calles a emprender sus actividades, con la incertidumbre de exponerse a cualquier hecho de inseguridad, a ser víctima de una desaparición y, si eso sucede, a no tener otra opción que recurrir al apoyo de los integrantes de las corporaciones policiacas, quienes en lugar de inspirar confianza, generan recelo y pavor porque es evidente que todas, sin excepción están, si no coludidas, por lo menos infiltradas por el crimen.

Como su creatividad no da para más, hay que observarlo en sus conferencias, remedo de las mañaneras de su mesías, a quien trata de imitar en su retórica sectaria y reiterativa. Ese es francamente un espectáculo grotesco, indigno de un estado como Veracruz. Ya mejor que se vaya.

NO, PERO SÍ

Vaya papelón terminaron haciendo los señores diputados locales integrantes de la mayoría morenista en el Congreso local. La Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo que enmendarles la plana, porque el descaro puede ser bueno, pero no tanto y la Constitución General de la República es la Constitución, aunque el inquilino de Palacio Nacional con frecuencia se la pretenda pasar por el arco del triunfo.

Como se recuerda, esos ínclitos legisladores actuando con total lambisconería, entreguismo y desvergüenza aprobaron hace meses la llamada “Ley Nahle”, pedida por encargo del gobernador para favorecer a la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, quien aspira a sucederlo y en favor de quien está descaradamente trabajando.

Se trataba de una modificación al artículo 11 de la Constitución local para permitir que cualquier ciudadano pudiera ser candidato a la gubernatura, nada más teniendo hijos nacidos en el estado. Vaya ocurrencia. No extraña, pues es obvio que el cerebro del gobernador no da para más.

El martes los ministros de la Suprema echaron abajo ese desaguisado, al declararlo inconstitucional. Ya no son tiempos del priísmo omnipotente, cuando los presidentes de la república modificaban las leyes locales a su antojo para imponer a sus preferidos, aunque con esta actuación de Cuitláhuac se confirma que morenistas y priístas de viejo cuño son los mismos, con las mismas mañas.

La decisión de la Corte encendió de nuevo la confrontación entre tirios y troyanos al interior de Morena. Los adversarios de la Nahle festinaron la decisión y anticiparon que no será candidata, en tanto que sus partidarios recordaron que a nadie se le puede negar ese derecho si se acredita el periodo de residencia que dejaron a salvo los magistrados.

Y está fácil. La Nahle sólo debe demostrar que tiene una casita por ahí, en algún lugar del estado, que habita de vez en cuando desde hace cinco años para justificar ese requisito. Eso, con los favores del gobernador, es pan comido.

Vistos los hechos, como va la contienda entre las “corcholatas”, me atrevo a señalar que tanto Sheinbaum como Nahle tienen amplias posibilidades para estar en las boletas electorales del 24. 

Es cierto, todo puede cambiar en cualquier momento y falta un buen tramo para conocer el final de esta historia, pero de plano yo no tendría problema con una mujer como gobernadora y no abrigo ningún prejuicio al respecto. Finalmente, si se da, no creo que Nahle resulte más nefasta que Cuitláhuac. Eso sí es casi imposible.

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