CONTRAPUNTO — LA BARRERA DE METLAC

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Por Juan José Contreras Lara

Cuando andaba en campaña, hace más de cuatro años, Cuitláhuac García Jiménez endulzaba el oído de sus febriles partidarios con el ofrecimiento, muy demagógico, de retirar la caseta de cobro que Caminos y Puentes Federales (Capufe) opera en Fortín y que, según se dice, le representa un ingreso mensual de 150 millones de pesos, aunque creo que pueden ser muchos más.

El gobernador por fortuna dentro de poco tiempo ya se va, pero ahí va a dejar esa promesa que no pudo cumplir. Aunque cada vez que el presidente López visita el estado casi lo carga en hombros, ni esa actitud servil le sirvió para desaparecer la caseta, tampoco para reubicarla, como era otra opción, sino que ahora anunció que si acaso únicamente será ampliada.

No extraña de un gobernador cuyo sello en estos cuatro años ha sido la mediocridad, como evidencian sus grotescos intentos para justificar ese fracaso. Como consecuencia, todos los sectores locales, entre ellos empresarios, industriales, transportistas, han reiterado su reclamo y han exigido el retiro de la caseta o su reubicación y ahora se muestran decepcionados porque no hay solución a corto plazo. 

La caseta de la barranca de Metlac se ha convertido con el tiempo en un embudo, su capacidad ha sido rebasada desde hace mucho y no da fluidez a la circulación diaria de decenas de miles de vehículos, sobre todo de carga pesada, que transitan por la autopista México-Veracruz. Calculada para satisfacer el aforo de hace décadas, sus constructores no previeron que la demanda crecería de manera exponencial. 

En cuanto a las repercusiones locales, la caseta es una barrera que impide una eficaz movilidad entre Córdoba y Orizaba, obstaculiza el dinamismo económico entre ambas ciudades y pone en riesgo a los automovilistas, pues los obliga a circular por la carretera libre Fortín-Orizaba, a la que el propio Cuitláhuac no le ha invertido ni un peso en mantenimiento y se encuentra en pésimas condiciones.

 En conclusión, la caseta seguirá operando como siempre, los usuarios continuarán pagando una cuota a cambio de recibir un servicio deplorable, la economía regional permanecerá bloqueada por esa barrera en que se ha transformado el Metlac y vaya usted a saber cuándo se llevarán a cabo los trabajos de ampliación y qué alcance tendrán, porque esa es otra, es de esperarse que por lo menos se incorporen los últimos avances tecnológicos para ganar movilidad.

Temo, sin embargo, que eso sea mucho esperar. 

CONSULTA

 Todos la generamos a diario, pero no la queremos cerca nunca. Refiero esto a propósito del tema que estos días cobró actualidad en la región: la basura, esa misma que ahora los ambientalistas y demás etcéteras llaman “desechos sólidos”.

Bastaron dos manifestaciones de protesta de los habitantes de la congregación de Tapia, que se ubica en territorio cordobés, así como de colonias y fraccionamientos ubicados en esa zona, para echar abajo el pretendido proyecto de ubicar ahí, un Centro de Transferencia de Residuos (CTR), que la Procuraduría del Medio Ambiente del estado viene impulsando.    

Resulta que, al controvertido y muy cuestionado titular de esa dependencia, Sergio Rodríguez Cortés, uno de los tantos funcionarios improvisados del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, se le ha venido haciendo bolas el engrudo para sacar adelante ese CTR, en el que tiene mucho interés obviamente por la generosa cantidad de millones que implica su construcción y operación.

Digo que se trata de un funcionario improvisado, porque a Rodríguez Cortés, independientemente de su militancia perredista y su paso por la alcaldía de Nogales sin pena ni gloria, no se le conoce perfil o conocimientos profesionales sobre el tema. Eso no extraña, insisto, porque el sello distintivo del actual gobierno estatal es la improvisación.

El problema es que, aunque se ponderen las supuestas bondades de ese Centro de Transferencia de Residuos, con el cual se pretende recibir las descargas de las unidades recolectoras, almacenarlas de manera segura, separarlas o cribarlas para comercializar lo que se puede reutilizar, y finalmente lo restante, ya en tonelaje muy disminuido se canalice a los rellenos sanitarios y se le dé un destino final adecuado, nada de eso convence a los vecinos del terreno. 

Todos sabemos que en México y especialmente en Veracruz, el manejo de la basura dista mucho de ser el ideal y, por el contrario, resulta siempre altamente contaminante y constituye un peligro para la población. Además, es evidente el interés oficial en el tema por los cuantiosos dividendos que aporta la comercialización de desechos. 

En el caso de Córdoba, la PMA lleva como socio al ayuntamiento de Córdoba, pero ni una instancia ni la otra han exhibido alguna habilidad para concretar negociaciones positivas con los vecinos de Tapia. Ni siquiera pudieron operar políticamente para evitar que detonara la oposición al proyecto y ahora ya es muy tarde, pues el rechazo ha surgido no sólo ahí, sino en todos lados.

Ahora la autoridad municipal insiste y anuncia que llevará a cabo una consulta para conocer la opinión de los habitantes de esa zona y así tomar una determinación al respecto. Eso suena muy democrático, pero si creen que los afectados aceptarán un resultado amañado, como el que seguro ya están tramando, creo que se equivocan.

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