EN VERACRUZ NADA SIRVE EN MATERIA DE PROTECCIÓN CIVIL.

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Quetzalli Carolina Vázquez

 

Veracruz, tierra de huracanes, lluvias torrenciales y memorias de catástrofes evitables, hoy enfrenta los embates del clima no solo con vulnerabilidad natural, sino con una irresponsable y criminal negligencia gubernamental; lo que antes fue modelo nacional de protección civil, hoy no es más que una carcasa oxidada de lo que alguna vez funcionó.

El estado tiene ahora una red meteorológica desmantelada, estaciones que no sirven, pluviómetros con filtraciones, termómetros sin graduación y personal técnico que gana mil 800 pesos al año.

El doctor Antonio Luna Día Peón, experto en meteorología y cambio climático, lo deja claro: Veracruz fue ejemplo nacional en protección civil en el sexenio de Fidel Herrera; en ese tiempo hubo inversión, monitoreo, datos. ¿Resultado? Huracanes categoría 4 con menos de diez muertos; hoy, en 2025, con fenómenos menores, ya estamos contando cadáveres por veintenas.

Lo que ocurre en Veracruz en materia de protección civil y meteorología es un insulto, no solo a la ciencia, sino a los veracruzanos, con funcionarios sin el perfil necesario e improvisados y con carencias, todo pinta a que las desgracias se multipliquen.

De 388 estaciones climatológicas, apenas funcionan 110, y solo 8 —sí, ocho— ofrecen información utilizable, una clara negligencia gubernamental.

Veracruz cuenta con cinco observatorios meteorológicos, pero operan con la mitad del personal mínimo indispensable y, en el área de pronóstico de CONAGUA, el colmo: tres meteorólogos, tres para 432 municipios que cubre el Organismo de Cuenca Golfo Centro.

Esto es jugar a la ruleta rusa con millones de vidas, pero, no, no es culpa de CONAGUA; a la dependencia federal le fue reducido significativamente el presupuesto en el sexenio de López Obrador y Claudia Sheinbaum tampoco tuvo interés en aumentarlo; la reducción de recursos ocasionó que su plantilla laboral se redujera.

Con los ríos, apenas monitoreados, equipo obsoleto e inversión nula, la protección civil está muerta en Veracruz y quienes deberían levantarla no tienen interés.

Resulta imperdonable que, habiendo capacidad científica en la entidad, Veracruz pase por situaciones como las de Poza Rica, Ilamatlán, El Higo y otros municipios afectados por las recientes inundaciones.

Para Antonio Luna Día Peón, doctor honoris causa por su contribución al desarrollo de las ciencias climáticas del estado de Veracruz, no hay voluntad política ni visión institucional en materia de protección civil.

Pero, eso no ocurría en un gobierno priísta; con Fidel Herrera, 12 ciclones tropicales golpearon la entidad y las muertes fueron mínimas: En 2025, 1 muerto; en 2007, Din pegó en tierras veracruzanas y fueron 4 muertos; con Carl, menos de 10 muertos.

Se necesitan alertamientos eficaces y eficientes, pero para conseguirlo se necesita lo que el gobierno no está dando: dinero para volver a tener una red de meteorología y recuperar el prestigio que teníamos los veracruzanos de una protección civil de calidad que permitía cuidar la vida de sus ciudadanos.

El doctor Antonio Luna lo dice con una certeza que debería sacudir al gobierno: “Tenemos lo necesario para tener cero muertes por fenómenos meteorológicos; ya lo hicimos”. Pero hoy, sin red de observación, sin instrumental calibrado, sin protocolos eficientes, cuando vuelva a azotar la lluvia —y va a volver—, nadie sabrá con cuánta agua nos estamos ahogando.

 

¿QUIÉN PAGARÁ POR LOS DAÑOS?

* La factura de la negligencia en Veracruz.

Las lluvias torrenciales que azotaron el norte de Veracruz dejaron un saldo brutal: comunidades enteras bajo el agua, miles de familias que lo perdieron todo, estudiantes y maestros que murieron ahogados, decenas de desaparecidos y un olor putrefacto a negligencia gubernamental flotando entre los escombros junto a los cerros que se derrumbaron como se derrumbó —otra vez— la credibilidad del gobierno de Rocío Nahle.

Pero hay que guardar silencio porque lo que se necesita son cómplices.

Decir, como lo hizo la presidenta Claudia Sheinbaum, que es “vil buscar culpables” tras la tragedia, eso sí es vil, porque no se trata de buscar culpables por deporte, sino de encontrarlos, señalarlos y hacerlos pagar; porque sí hay responsables y, si en el poder no les gusta que se les cuestione, que recuerden que en una democracia nadie —ni presidentes, ni gobernadores, ni secretarios— está por encima del reclamo ciudadano.

Lo de Veracruz no fue un accidente inevitable, fue una tragedia anunciada, producto de la negligencia, del abandono y de la arrogancia política.

Desde quienes designaron a una persona sin preparación al frente de Protección Civil, hasta quienes no terminaron el muro en Poza Rica, pasando por quienes no emitieron alertas a tiempo en los municipios y quienes bloquearon la entrada de ayuda a los damnificados, todos son parte de la cadena de omisiones que dejó muertos, desaparecidos, casas destruidas y una población devastada.

En lugar de asumir responsabilidades, el oficialismo se lanza contra quien se atreve a cuestionar; lo vimos cuando Rocío Nahle llamó “miserables” a quienes señalaron que la maestra Irma Hernández —asesinada por el crimen organizado— no había muerto de un infarto, como se quiso hacer creer; ese desprecio por la verdad y por el dolor ajeno es ya un sello del poder actual.

A este nuevo gobierno del cambio no le gustan las preguntas duras, no tolera la crítica, no soporta que se les exija rendición de cuentas.

Mientras Sheinbaum y Nahle repiten el mismo guion, intentando blindarse de cualquier señalamiento, el pueblo de Veracruz sigue de luto, pero también sigue con hambre, con miedo, con enojo, y tienen razón, no es lo que esperaban de un gobierno que se vendió como diferente a otros.

En el caso de Veracruz, lo mínimo exigible es una investigación real, profunda e independiente que lleve ante la justicia a todos los que, por acción u omisión, permitieron esta catástrofe.

No es “vil” pedir justicia; lo vil es esconder la verdad, lo vil es callar ante la muerte y lo verdaderamente vil sería que, una vez más, en México nadie pague por una tragedia evitable, vil, es tener a los culpables y callar.

En Veracruz, los muertos tienen nombre, las víctimas tienen rostros, las familias herederas del dolor merecen respuestas y justicia.¿Quién responderá por lo que ocurrió?

 

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