POLÍTICAS,TRAICIONES Y ALGO MÁS — CNTE: del romance al divorcio por pensión alimenticia
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Marco González Kuri
El paro nacional indefinido convocado por la CNTE desde el 15 de mayo ha mutado de protesta a culebrón político con tintes de tragicomedia. Lo que comenzó como un idilio entre la izquierda gobernante y el magisterio disidente hoy se parece más a un divorcio donde uno exige pensión… pero del ISSSTE. La CNTE, esa vieja aliada de marchas, bloqueos y arengas contra el neoliberalismo, ahora le toma la Avenida Reforma a la presidenta Claudia Sheinbaum con la misma enjundia con la que antes le aplaudían a López Obrador.
Sus demandas no son poca cosa: quieren derogar la Ley del ISSSTE de 2007, esa joyita que Felipe Calderón les dejó como herencia maldita, y un aumento salarial del 100%. Sí, 100%. La revolución no se hace con el estómago vacío. Más de un millón de estudiantes se han quedado sin clases en estados como Oaxaca, Chiapas y Michoacán, pero eso es lo de menos. Aquí la batalla es por la dignidad… y por una jubilación que no se parezca a un castigo bíblico.
La respuesta de Sheinbaum ha sido un malabar político: ofreció un aumento del 9% retroactivo a enero, congelar la edad de jubilación y un “Fondo de Pensiones para el Bienestar” que suena más a fondo de caridad. Para la CNTE, esto equivale a ofrecer un curita a quien exige cirugía mayor. Exigen acabar con el modelo de cuentas individuales administradas por Afores. Quieren volver al viejo esquema solidario, ése que Calderón enterró con una sonrisa tecnócrata.
Y como cereza en el pastel, la presidenta decidió cancelar reuniones con la dirigencia de la CNTE, comparando sus acciones con las de la derecha conservadora. Porque claro, cuando tus excompañeros de lucha te incomodan, nada mejor que llamarlos traidores. La CNTE, por supuesto, respondió con bloqueos, plantones y un llamado a boicotear las elecciones judiciales del 1 de junio. Es decir, ya no sólo están peleados con el gobierno: le quieren arruinar la fiesta electoral.
Y así, entre lonas, bocinas y consignas, se revela lo evidente: la relación entre el gobierno de izquierda y la CNTE es como esas parejas que vivieron la revolución juntos, pero ya no se soportan ni en la sobremesa. Mientras el SNTE, obediente como siempre, aplaude y sonríe desde la mesa del poder, la CNTE le grita a la presidenta lo que antes le gritaban a Peña Nieto. La historia se repite, pero con nuevos protagonistas y viejos agravios.
La reforma de 2007 fue el inicio del infierno: con ella, los trabajadores del Estado pasaron de un modelo de pensión digno a uno de ahorro individual donde el retiro se convirtió en una ruleta rusa. Jubilación a los 65, pensión a cuentagotas. Un maestro con salario de 16 mil pesos podría recibir apenas 4,320 mensuales. Y todo esto con el aval del PRI y del PAN y el silencio cómplice de muchos que hoy se rasgan las vestiduras.
En respuesta, Sheinbaum promete ahora un “fondo complementario” que —en el mejor de los casos— alcanzaría los 16 mil pesos para algunos afortunados. La edad de jubilación se “congela” en 58 años para hombres y 56 para mujeres. Pero eso no borra la reforma, sólo maquilla el cadáver. Es como ofrecerle una iguala dental a quien exige que le devuelvan la dentadura completa.
Así que aquí estamos: en una danza absurda entre quienes marchaban juntos y ahora se empujan en los pasillos de Palacio Nacional. El gobierno enfrenta el dilema de todos los reformistas atrapados en el poder: ser fiel a sus principios… o pagar las cuentas. Y mientras tanto, las aulas siguen vacías, las calles llenas, y la izquierda mexicana —como siempre— debatiéndose entre el pragmatismo y la utopía.
