Al pie del vacío
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Martín Quitano Martínez
«No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico»: Greta Thunberg
En materia ambiental, malas noticias. Las condiciones planetarias empeoran avanzando hacia un futuro catastrófico. Nada o muy poco se hace para contener o remediar.
“La era del calentamiento global ha terminado. Ha llegado la era de la ebullición global. El aire es irrespirable, el calor es insoportable, y el nivel de beneficios de los combustibles fósiles y la inacción climática es inaceptable.”*
El mes de julio ha sido el mes más caluroso del planeta, terribles jornadas de calor sofocante en muchas áreas del mundo con un promedio global de 16.95 grados centígrados, y “esto solo es el principio” dijo el Secretario Guterres.
Esta circunstancia tiene origen y responsables. Como especie hemos generado la destrucción con un modelo de “aprovechamiento” de nuestros recursos naturales basado en una “ciencia e inteligencia” devastadora, extinguiendo ecosistemas, entornos de vida para flora y fauna que ahora nos incluye.
Los costos de esos “aprovechamientos” de la vida en función de los patrones de extracción de riqueza y consumo están exhibiendo un presente crítico y un futuro aterrador, porque la velocidad del cambio planetario aumenta. El calentamiento global ha rebasado su punto crítico y da paso a sucesos extremos, cambios radicales del clima y al derretimiento de nuestros casquetes polares.
La Organización Meteorológica Mundial “advirtió de que las temperaturas medias globales en la primera y tercera semanas de julio superaron en 1.5 grados el promedio de los niveles preindustriales (1850-1900), que es considerado el umbral límite para cumplir el Acuerdo de París y no abocar al planeta a niveles catastróficos de calentamiento global, como la ebullición global”.
“El clima extremo que ha afectado a muchos millones de personas en julio es, desafortunadamente, la dura realidad del cambio climático y un anticipo del futuro”, dijo el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, el profesor Petteri Taalas. “La necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es más urgente que nunca. La acción climática no es un lujo sino una necesidad”, sentenció”.
No obstante, se observa una actitud de desdén en muchos gobiernos, empresas e individuos, lejanía para entender y actuar en consecuencia ante la gravedad del escenario. Algunos con un negacionismo pretencioso y profundamente ignorante ante las evidencias presentadas por científicos de todo el mundo.
Los quehaceres de gobiernos y representantes políticos, en la mayoría de los casos, se manejan ajenos a la modificación de las circunstancias cómplices del deterioro ambiental que favorecen los intereses económicos; con nula intención de establecer políticas públicas alternativas y cambios reales y radicales.
La catástrofe toca nuestra puerta y sectores sociales e individuos solo alteran sus costumbres y comportamientos de responsabilidad ante la escasez de algunos servicios ambientales como el agua o frente a la contaminación ambiental si es que les impacta directamente. Fuera de ello miran de reojo y distantemente el fenómeno que nos avasalla como si nunca les fuera a afectar.
Pareciera que no queremos darnos cuenta, que no aprendemos de lo que está pasando, que en ello llevamos la contra de nuestra “inteligencia” como especie dominante en este “pequeño punto azul” como diría Carl Sagan.
Me niego a pensar que el tiempo, nuestro tiempo, se haya acabado. Espero que aun haya oportunidad de rehacer, de reconocer que pese a lo que ahora parece inexorable, acciones y luchas que se plantean en muchas partes del mundo, por pequeñas que sean, valen la pena y son vitales para plantarle cara a una realidad que incuba ese futuro que se mira a un paso de nuestro vacío.