La desgracia provocada por el Huracán Otis, ahora también amenaza la indiferencia, la desinformación y la impotencia

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• Este tiempo de sufrimiento de muchas personas, es una ocasión para mostrar la grandeza, inteligencia y dignidad de cada uno de nosotros: Arquidiócesis de Xalapa.

Irineo Pérez Melo.- La desgracia que trajo consigo el paso del Huracán Otis en el estado de Guerrero se ve amenazada por el manto negro de la indiferencia, la desinformación y la impotencia que se extiende sobre todos los que estamos invitados a remediar la tragedia de nuestros conciudadanos guerrerenses.
Lo anterior se señala en el comunicado dominical que emite la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, en donde refiere el contraste que se vive ante la invitación y la llamada a la solidaridad que están clamando los mexicanos del estado de Guerrero.
En el documento, signado por el presbítero Juan Beristain de los Santos, director de dicha oficina, se indica que este tiempo de sufrimiento de muchas personas es una excelente ocasión para mostrar la grandeza, inteligencia y dignidad de cada uno de nosotros, para ayudar sin esperar nada a cambio.
“La solidaridad contribuye mucho a la vida social de nuestra patria porque ayuda a salir a los demás de las situaciones de pobreza, confusión, egoísmo y exclusión del desarrollo integral para muchos”.
“La solidaridad contiene y sostiene una carga de convicciones éticas que siempre, si se actúa hacia los necesitados sin engaño y dolo, favorece el desarrollo de todos y para todos”, se añade en el comunicado.
Además, menciona que los grandes destrozos, daños y pérdidas humanas que ha ocasionado el huracán Otis están llamando a nuestras conciencias éticas, para ser solidarios con los que se encuentran desamparados y desfavorecidos en el Estado mexicano de Guerrero.
Refiere que los obispos mexicanos, en el documento episcopal Del Encuentro de Cristo a la Solidaridad con Todos, nos hacen el llamado a todos los creyentes a comprometernos para crear las condiciones para poner en pie a los que están hoy en una desgracia.
“Pastores y fieles debemos empeñarnos todos por igual, cada uno en su campo, para crear condiciones que permitan la liberación de quienes han sido marginados, olvidados y excluidos del desarrollo” (Número 309). Cristo, el Buen Samaritano, nos puede dar la gracia para demostrar la caridad y solidaridad a los demás con hechos concretos sin palabras vanas, concluye el comunicado.

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