A 4 TIEMPOS — Una buena pregunta: ¿Es confiable el presidente López Obrador?

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Por Arturo Olmedo

Primer tiempo. La cercanía. A casi cinco años de que asumió la Presidencia de la República, el interés por lo que hace y dice Andrés Manuel López Obrador no ha disminuido, lo que queda demostrado con sus elevados índices de popularidad que oscilan en un rango que va del 58 al 64% de aceptación. Todavía hoy una buena parte del debate se centra en su personalidad más que en sus realizaciones o tropiezos y, entre las preocupaciones de quienes lo defienden o lo atacan, está el tema de la confiabilidad. 

Al respecto, dentro de las siete acepciones que la Real Academia Española da para el término “confianza”, hay varias que pueden relacionarse con el presidente López Obrador. La primera de ellas es: “Esperanza firme que se tiene en alguien o algo”. Sobre esta definición, queda claro que el jefe del Ejecutivo, al presentar como alcanzables los deseos de las personas y al incluir a la población más vulnerable en el presupuesto, a través de los programas sociales, ha logrado colocarse positivamente en el ánimo mayoritario de la ciudadanía, o como él mismo prefiere denominarlo, “del pueblo”. 

Es importante destacar que la confianza política no es un mero acto de fe, sino que el presidente la ha construido a través de su contacto permanente con la gente, en lustros de giras y de actos públicos en cada uno de los municipios de la República. 

Segundo tiempo. La consistencia. Si hay algo que inspira confianza en un político, es la consistencia entre lo que dice y lo que hace. Los detractores de López Obrador afirman que ha mentido mucho y, para demostrarlo, han enumerado abultadas listas de las “mentiras” del presidente. Aquí expondré la más socorrida de las presuntas mentiras, que se refiere a que “regresaría a los militares y a los marinos a sus cuarteles”. Al ser cuestionado sobre el particular, el presidente reconoció, el 6 de septiembre de 2022, que se había equivocado en esa apreciación y que había cambiado de opinión al ver la realidad a la que se enfrentaba, con una Policía Federal corrupta y desorganizada. Esta declaración tiene dos vertientes, la primera es que, al decir que se “equivocó”, desmiente a sus críticos, cuando aseguran que nunca reconoce errores y quienes hubieran preferido que, por orgullo, no reconociera su error para seguirlo tachando de necio. La segunda vertiente es la que versa respecto del cambio de opinión. Dice el refrán popular que “es de sabios cambiar de opinión”; en tanto que la psicología lo valora como una práctica saludable que revela flexibilidad; pero claro, desde la perspectiva de los opositores, esto es válido solamente cuando quien cambia de opinión es un ser querido, cercano o admirado; de lo contrario, no dudarán en tacharlo de debilidad y, claro, a conveniencia, lo equipararán con haber mentido, porque primero se dijo una cosa y  después otra, lo cual nos lleva, siempre, a un callejón sin salida.

Tercer tiempo.  La congruencia. Uno de los compromisos del presidente López Obrador que ha sido más publicitado por sus opositores es el de que “no aumentarían los precios de las gasolinas más allá de la inflación”. Dicho compromiso, tal cual, puede ser consultado en la prensa y en los sitios de Internet de cualquier medio de comunicación. Sin embargo, para la oposición se trata, una vez más, de una mentira, pues aseguran que dichos precios sí han subido. Así, al 30 de noviembre de 2018 y, de acuerdo con información del diario Excélsior de aquella fecha, la gasolina Magna se ubicaba en 18.30 pesos en promedio, mientras que el promedio para el lunes 12 de junio de 2023 fue de 22.11 pesos; es decir, una diferencia de 3.81 pesos. Este simple dato les basta a los adversarios de la 4T para decir: “¿No que no? Ahí está la mentira, la gasolina ha subido casi cuatro pesos”; aunque cuando formulan sus críticas omiten referir la parte del compromiso que señala “más allá de la inflación”. Esto quiere decir que, si se aplica la inflación acumulada de diciembre de 2018 a mayo de 2023, que de acuerdo con la calculadora del INEGI es de 24.33%; al día de ayer la gasolina Magna debió costar, en promedio, 22.75 pesos, pero costó 22.11 pesos; es decir, su promedio se ubicó 64 centavos por debajo de esa cifra. Estos datos, para cualquier persona de buena fe, le hacen notar que, entre lo dicho y lo hecho hay congruencia y, cuando ésta existe, también se genera confianza.

Cuarto tiempo. Los intentos fallidos. Se tiene la idea de que construir es complicado y destruir es fácil y, al parecer, esa es la brújula que ha seguido la oposición al Gobierno de López Obrador para minar la confianza que le tiene una porción importante de la ciudadanía. Pero pasa el tiempo y la popularidad del presidente se mantiene en niveles muy elevados. Así, desde antes de que comenzara su sexenio, se esmeraron en plantear escenarios catastrofistas, como que el tipo de cambio respecto del dólar se ubicaría en 30 o 35 pesos, pero la realidad les ha dado la espalda y, en promedio, se ha apreciado y, desde hace meses, se ha mantenido en un rango de 18 pesos por dólar. Se aseguró también que al presidente no le darían las cuentas alegres que hacía y que no podría sostener los programas sociales que ofrecía, mismos que no sólo se han mantenido, sino que los montos de los apoyos se han incrementado. Se aseguró también que con López Obrador se ahuyentaría la inversión, pero ahí está los datos de la inversión extranjera directa, es decir, de la inversión productiva y no especulativa, que para 2022 tuvo su mejor cifra en 7 años y, de acuerdo con la Asociación de Banqueros de México, esa cifra se incrementará considerablemente en 2023, pudiendo alcanzar o superar los 40 mil millones de dólares. 

De esta manera y sin dejar de reconocer que en el país subsisten innumerables problemas, como el de la inseguridad, que amerita una columna aparte, no cabe duda de que al presidente López Obrador le aplica muy bien la definición de “Ánimo, aliento y vigor para obrar”, que es otra de las acepciones que brinda la RAE para la palabra “confianza”. No puede eludirse que la palabra “obrar” nos remite tanto al segundo apellido del presidente como a las mega obras que ha emprendido durante su gestión, pero este tema también lo abordaré, más adelante, en otra columna.

Así, en la gestión de AMLO la confianza ha adquirido una dimensión crucial, pues millones de personas le reconocen su ánimo, aliento y determinación. Ello es un motor que infunde vigor en los actores políticos para emprender acciones significativas y lograr cambios positivos en la sociedad. Pero la confianza política no sólo empodera al líder, sino que también ha motivado a los ciudadanos a involucrarse en la vida política, pues cuando éstos confían en que sus acciones pueden generar un impacto significativo, se sienten llamados a participar en el debate público y colaboran en la promoción del cambio. De ahí que López Obrador cuente un ejército de defensores, sobre todo entre aquellos a quienes no les deshonra o les menoscaba cuando les llaman “pueblo”.

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