SCRIPTA MANENT — Si pierdo, arrebato. — El tema del Golpe de Estado Técnico

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LUIS E. DOMÍNGUEZ RANGEL

Sigue en el escritorio de los analistas políticos, en las mesas de café, y me dicen que hasta en algunas aulas de universidades se ha estudiado el tema del golpe de estado técnico que, según el presidente López Obrador y que ya está repitiendo por supuesto Claudia Sheinbaum, la oposición está preparando en México, para desconocer el seguro triunfo de Morena y/o vencer al presidente y su intentona de no soltar ni el puesto ni el poder, a través de la anulación de las elecciones de junio de este año.

El tema se está debatiendo porque preocupa la posibilidad de que suceda, porque López Obrador ha demostrado, e insiste todos los días, en que lo justo debe prevalecer sobre lo legal… Para el presidente de México es justo que él intervenga en el proceso electoral, guiando al pueblo de México a reconocer a sus adversarios como enemigos del país y al mismo tiempo hablar todos los días de las bondades de su partido y las ventajas de sus candidatos, aunque apoyar o atacar quienes intervienen en el proceso electoral, no es legal.

Para López Obrador es justo poner al servicio de la campaña de su partido a las huestes que dispersan programas sociales; le parece justo, aunque sea ilegal, ignorar las denuncias de violencia y de participación del crimen organizado en la vida política del país. Le parece justo aunque sea ilegal denostar, todos los días, a empresarios, a periodistas, a la clase media, o el robustecer la idea de que la pobreza es felicidad porque a los pobres es más fácil manipular y manejar en favor de su proyecto.

Todas esas conductas se han realizado una y otra vez a la vista de todo el mundo. Desde hace mucho, el presidente ha estado actuando contra la ley. Nadie lo para y todo indica que lo seguirá haciendo. Y cuando se refiere concretamente a los resultados del proceso electoral, a la posibilidad de que los organismos que lo organizan o lo califican puedan sancionarlo o incluso anulárlo por la ilegal participación del presidente del país en el proceso, es claro que el presidente está trabajando solamente dos escenarios: el triunfo arrollador de Morena o el llamado a la revuelta popular. O gana Morena por mucho… o el presidente denunciará un golpe de Estado técnico y con ello se negará a acatar cualquier desenlace que no sea la confirmación total de sus triunfos, por las buenas o por las malas.

Me voy a apoyar para estos comentarios, en tres especialistas… 

Dice el doctor en ciencia política y sociología, profesor del Colegio de México Mauricio Merino Huerta, que los argumentos y los precedentes para este escenario, el no reconocer el triunfo de la oposición, están servidos: López Obrador en ningún momento ha dejado de atacar al INE, al Tribunal Electoral y al Poder Judicial. Ha sido una larga preparación del conflicto, primero a través de una pugna directa con quien presidió el Consejo General del INE, acusándolo de todo. Luego, dijo repetidamente que ese órgano electoral fue creado para hacer fraudes (nada menos) y propuso una reforma constitucional para desbaratarlo, quebrarlo y pasarle al gobierno las tareas principales. Como no pudo, lanzó el Plan B, que afortunadamente fue suspendido por la Suprema Corte. Y entonces, emprendió una ofensiva (bochornosa y machista) contra la ministra presidente Norma Piña y, de paso, contra todo el Poder Judicial. El discurso ha sido el mismo: esos órganos —según la versión presidencial— son instrumentos de los grupos conservadores y deben ser anulados.

Por otra parte, ha tejido con denuedo la tesis de la simpatía popular invencible. El argumento es muy simple: dado que él encarna al pueblo y a la nación, es imposible que sea derrotado. Hay algunos equivocados, minorías rapaces y una mafia conservadora que se resiste a renunciar a sus privilegios —repite el presidente cada mañana—, pero el pueblo lo respalda. Con mucha frecuencia, presenta encuestas que muestran la simpatía que despierta. Pero nunca revela, de esas encuestas, los datos que descalifican la gestión del gobierno en las áreas fundamentales de la vida pública. La cosa es repetir que nadie puede ganarle sin hacer trampas.

Y entonces, dice el doctor Merino Huerta que, una vez colocado en el centro de la contienda electoral —en la que Claudia Sheinbaum aparece como heredera y telón de fondo—, ese discurso se ha trasladado a la tesis de la imposibilidad de una derrota y del triunfo garantizado de antemano. Una y otra vez se repite el mismo argumento: que van a ganar, porque para el presidente, ningún otro escenario existe y si sucediera, si llegase a perder, sería a consecuencia de un golpe de Estado técnico.

Mire no me gusta ser ni parecer agorero del desastre, pero nos comprometimos aquí en Skopeo Digital a compartir con usted lo más importante del proceso electoral, y así como hemos tratado de ofrecer las voces, las circunstancias, hechos y datos formales, también le compartimos los diversos escenarios de acuerdo con análisis de quienes más saben de estos temas… Es el caso de Lorenzo Córdova, el exconsejero presidente del Instituto Nacional Electoral, quien en su última colaboración con un medio especializado nacional, advirtió también que tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum, se están preparando para desconocer el resultado de las elecciones, y es porque están ya seguros de que es muy probable que Morena, su candidata y su propuesta, pierdan ante la Alianza opositora. 

Y Córdova Vianello coincide con Merino Huerta cuando afirma que las recurrentes declaraciones de AMLO respecto a un golpe de estado técnico o las menciones a fraude hacen temer que desde la “4T” se esté preparando el rechazo al resultado de las elecciones en caso de que gane Xóchitl Gálvez.

Dice Lorenzo Córdoba que que existen “malos jugadores que históricamente han demostrado (y lo siguen haciendo) una precaria lealtad democrática, y que puedan desconocer los resultados de las elecciones si no les favorecen o no son los que esperan”.

Y todo lo ha preparado… porque incluso en la última instancia de solución de controversias electorales en el país, la Sala Superior del Tribunal Electoral, funciona gracias a López Obrador Incompleta… de siete magistrados que la deben conformar según la ley, actualmente solo hay cinco. “La Sala Superior es el órgano responsable de realizar el cómputo final de la elección presidencial, luego de que se hayan resuelto todas las impugnaciones respectivas, así como de formular, en su caso, la declaración de validez de dicha elección y la de Presidente Electo en favor de la candidatura que haya obtenido más votos”, y como ya le dije, la Sala se integra por siete magistrados y entre sus funciones también está la de declarar la nulidad de una elección, para lo cual debe sesionar al menos con seis integrantes, pero actualmente sólo hay cinco.

La mayoría morenista en el Senado de la República no ha permitido el nombramiento de dos de las magistraturas que quedaron vacantes desde el 1° de noviembre de 2023.

Lo que está en riesgo para el país, pero en ventaja para López Obrador y Sheinbaum, es la consecuencia de esta falta de dos magistrados en el Tribunal, pues ponen en peligro la legalidad de las decisiones que llegue a tomar la Sala tras las elecciones. Es urgente y muy necesario que se nombre a esos magistrados, para no permitir que malos jugadores desconozcan los resultados electorales, como parece ser el caso de AMLO y Claudia Sheinbaum, afirma Lorenzo Córdoba.

Pero, de anular, o de la posibilidad de anular la elección presidencial, ¿Que dice el tribunal?

Hace un par de días, la presidenta del Tribunal, Mónica Soto, afirmó que su papel en la contienda electoral no es participar como una opción política sino como un órgano garante del cumplimiento de las normas.

A través de su presidenta, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), contestó a los señalamientos del presidente Andrés Manuel López Obrador respecto a que las autoridades electorales preparan una eventual anulación de los comicios para beneficiar a Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México: un golpe de Estado técnico. 

Mónica Aralí Soto Fregoso afirmó que el Tribunal no compite en los procesos comiciales y su única participación es como órgano jurisdiccional que califica la forma en la que se llevan a cabo los procesos de elección, como el presidencial del 2 de junio. 

“El Tribunal no está compitiendo no está en campaña, el Tribunal está haciendo lo que debe hacer que es garantizar que cada etapa del proceso se lleve a cabo conforme a lo que establece la ley. Es importante que confíen en la institución que valorará todos los medios de impugnación”, apuntó. En ese sentido, comentó que para que una elección como la presidencial del 2 de junio pueda ser invalidada se deben cumplir una serie de requisitos que deben estar dentro de las causales que establece la Constitución.

Un de estas causales, por ejemplo, es que haya denuncias sobre violencia política de género, que se incumpla con la paridad de género o que hasta un 25 por ciento de las casillas de cada distrito electoral se hayan anulado. Pero en la historia reciente de México, hasta el momento ninguna elección donde se renueva el Poder Ejecutivo ha tenido que ser anulada, pues en criterio de las autoridades electorales, todos los lineamientos se han respetado, aunque en algunos casos haya habido la interferencia de funcionarios públicos. 

Cuando el INE, o el propio tribunal, dice que Lopez Obrador no debe hablar de la elección en su mañanera o en sus actos públicos, lo que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aprovecha es el escenario que le permite decirle al pueblo bueno, que lo quieren silenciar, que lo están amenazando con realizar un listado sobre las infracciones que él cometa durante el proceso electoral para usarlas al momento de calificar los comicios.

“No, jueces del Poder Judicial van a hacer un listado de todas las supuestas infracciones que yo cometa para darle valor o utilizar las infracciones en el momento de la calificación de la elección. Fíjense por dónde van”, comentó AMLO desde Palacio Nacional.

¿Apuntan a anular la elección, presidente?, se le cuestionó.

“Pues eso es lo que yo pienso que están tramando”, respondió el titular del Ejecutivo.

Otro especialista en elecciones y en procesos electorales, Luis Carlos Ugalde, publica esta semana que la democracia se fortalece cuando hay aceptación de los resultados. Sin embargo, el ambiente electoral que vemos todos los días anticipa un escenario postelectoral conflictivo que, estamos a tiempo de evitar. En una especie de mundo al revés, cuando las encuestas muestran una ventaja significativa de la candidata de Morena, el presidente dice que la oposición preparan un “golpe de Estado técnico”, eso es, según sus palabras, una suerte de fraude. 

López Obrador se vacuna, como siempre, con dos narrativas contradictorias pero útiles en caso de ser necesarias. Si gana, será a pesar de las autoridades quienes preparaban un fraude. Si pierde, será por el fraude que él ya había anunciado.

Pero volvamos al asunto medular. López Obrador ya se va y lo que importa es que México siga caminando y que la nueva administración pueda dejar atrás los pleitos ficticios y gestar un nuevo liderazgo presidencial incluyente y verdaderamente transformador, gane quien gane.

Y hace, Luis Carlos Ugalde, una propuesta interesante….   Debería haber, dice, una convocatoria a un gran pacto de legalidad de aquí al 1 de octubre, día de la toma de protesta de la nueva presidenta de México. Un pacto que permita navegar a pesar de la estridencia presidencial. Un pacto que le robe protagonismo a la figura presidencial y que se lo transfiera a las candidatas presidenciales y a las autoridades electorales.

Un gran pacto que sea convocado por el INE y por el Tribunal Electoral y que sean invitados todos los partidos, las candidaturas presidenciales y las personas gobernadoras de todo el país. Tal pacto tendría una ventaja: exhibir a quienes se rehúsen a firmar y elevar el costo de vulnerar la ley en las próximas semanas. NO metería al redil a López Obrador, pero ayudaría a asignar responsabilidades de cara a un conflicto postelectoral que debemos evitar.

Quizá este sea un pacto de buena voluntad, pero es mejor que la ley de la selva en la que estamos metidos.

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