ACERTIJOS — en memoria del profesor Abel Cuellar

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*La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos. (Antonio Machado). Camelot.

Gilberto Haaz Diez

Ayer tarde, un amigo me envió la nota triste de que el profesor Abel Cuellar Morales había fallecido. A sus 82 años. La vida no nos permitió tomar un café pendiente, hace unos días su amigo Miguel Ángel Salazar, me había informado que se suspendía el café´, pues el profesor andaba malito. Murió un día después. Le conocí hace algunos años, cuando laboraba el lado de su gran jefe y amigo Lalo Andrade, en la Policía Judicial, donde pasó y su plumaje no se manchó, por parafrasear a Díaz Mirón. Fue buen funcionario público y político. En la CNOP, donde fue secretario general; como director del Instituto de Pensiones. Fundador de la Corriente Crítica del PRI, profesor de Educación Física y Coordinador de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, ahora mismo era el representante de Marcelo Ebrard en Orizaba, cargo que le dio el Canciller. La última vez que le vi, porque solía encontrarlo tomando un café en Plaza Valle, fue cuando se inauguró Casavegas Orizaba, allí saludó a su amigo, el alcalde Juan Manuel Diez Francos, quien le escribió un texto de despedida en sus redes sociales. Hospitalizado murió. Le recordaremos con cariño. Era originario de Xalapa. No era orizabeño, pero así lo sentíamos porque aquí vivió feliz una buena parte de su vida, al lado de su compañera y esposa, Maricarmen Fernández. Qué haya buen viaje, amigo querido, algún día tomaremos ese café en algún sitio. Mientras, descansa en paz y la condolencia a toda su familia.

AQUELLOS AÑOS CASETEROS

Fue una fecha histórica. No la coronación de Carlos III de Inglaterra. No, la fecha histórica fue el retiro del cobro de la mugre y demorada autopista de Capufe. Eso lo celebramos aquí con ahínco. Hace mucho tiempo, este escribiente en sus espacios cotidianos, periódicos y redes y Facebook, estaba dale y dale porque era un estorbo y un peligro para los automovilistas. Cada mes en el puente de Metlac había unos tres accidentes, todo porque se aglomeraban las colas y al salir, como al entrar, ocurrían los accidentes, lo mismo vinieras que fueras a Córdoba. Yo mero tengo muchos años dándoles estas batallas, que un tiempo, el encargado o gerente de la caseta de Fortín de Capufe, me mandó un recado por interpósita persona (¿Qué demonios será interpósita persona?), un amigo que me decía pedía aquel que ya los dejara de jorobar, que le bajara un poquito. Pero no se podía. El reclamo era de muchos, las colas crecían día a día y algunas veces llegaban a Orizaba y por el otro lado hasta la desviación al que era el Tec. de Monterrey, hoy Anáhuac. Lo terrible era la perdida de las horas, si uno planeaba llegar al aeropuerto, había que irse con cinco horas de anticipación, porque algo podía ocurrir. Algún día nos brincamos la cuneta como pudimos, para retornar a la Y Griega de la Tinaja y llegar a tiempo al aeropuerto de Veracruz. Tienen otro problema, como el que les ocurrió el día que cerraban para siempre el cobro. Les viene un accidente y para que desalojen la vía pasan 4 o 5 horas y eso es un insulto, hay gente que viene enferma entre los cientos de autos y estos no tienen compasión. No es que no le sepan, es que no tienen, como viven en austeridad, la gente necesaria para llegar con las grúas enseguida y mover los autos siniestrados. Por eso, cuando el secretario Nuño anunció que se iba para nunca más volver, alegró a estos tres pueblos hermanos que la padecían: Orizaba-Córdoba-Fortín, que le agradecemos al presidente AMLO la haya palomeado.

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