ACERTIJOS — La osa y el madroño

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*Y cuando despertamos, vencíamos a la poderosa Surinam. Camelot.

Gilberto Haaz Diez

En Madrid uno puede llegar y nunca dejar de ver la estatua de la Osa y el Madroño. Pesa 20 toneladas y cada que se va a Puerta del Sol, es visita obligada ir a verla y tomarse una foto, como si se fuera a La parroquia de Veracruz. Leo en Tik Tok que la estatua la movieron unos cuantos metros y que es la tercera vez en 50 años que la zarandean con grúas. Los madrileños le querían dar de gilipollazos a los trabajadores. Tuvieron que cortar el pavimento y la gente veía asombrada lo que es el emblema de la ciudad. Todo mundo hemos pensado, por años, que es un oso pero no, he allí que es una osa. Wikipedia: La estatua del Oso (a) y el Madroño es una escultura de Antonio Navarro Santafé que se encuentra en la ciudad española de Madrid. Representa las armas heráldicas de la villa. Fue colocada el 10 de enero de 1967 en la cara oriental de la Puerta del Sol, entre las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo.​ Bueno, pues ahí que me aguante, porque espero a mediados de año darme una vuelta para, entre otras cosas, ir a ver a este Real Madrid y comerme un buen guisado de patatas en Casa Lucio y también en La Bola, donde se come el mejor cocido madrileño del mundo. Y saludar a mi amigo, Pedro Martínez, el mejor Concierge del mundo, en el gran hotel Liabeny, de la calle Salud 3,

EL PERIPLO DE OSORIO CHONG

Al principio se le vio muy echado pa adelante, maldecía a Malito Moreno y a aquellos que se sumaron a su derrocamiento. Alito es malito y marrullero, no le ganas ni a los volados afuera de la calle, y Añorve es su palero, como cuando Tin Tan tenía a su carnal Marcelo. Entre que el equipo de Diego Cocca, jugaba con la poderosa Surinam, lo que los comentaristas llamaron una ‘Bicoca’, o sea fue más de lo mismo en nuestro futbol, Osorio Chong andaba en todos los noticieros, lagrimeando. Hay que aguantarse, la política es así, el que es buen gavilán no chilla. Primero, decía que se iba del PRI, luego que no, porque si se volvía independiente lo echaban, según los estatutos, al final quedó en empate con sabor a derrota y, como en los tiempos de Díaz Ordaz con los estudiantes, encontró una mano tendida de Añorve, para que fumaran la pipa de la paz. To be continued, diría un final de película americana, pero este arroz ya se coció.

PERIODISMO DE FICCION

Hace algún tiempo, un reportero de la revista New Yorker dimitió tras descubrirse que se inventó citas de Bob Dylan. New Yorker es el templo del periodismo, hagan de cuenta ir al Vaticano y postrarse ante La Piedad de Miguel Ángel o babosear al techo al ver La Capilla Sixtina, o entrar al PSG parisino y que le dejen a uno tirar una cascarita con Lionel Messi. Más o menos. Por New Yorker, baluarte del buen periodismo, han pasado plumas como John Updike, J. D. Salinger, Truman Capote y Jonathan Franzen, entre otros. Puro picudo. Aporta escritores para los afamados Premio Pulitzer, como pocos. Pero no aceptan ‘piratas’ ni ‘piratería’. Hace nada echaron de sus filas a un joven periodista, Jonah Lehrer, por fusilarse a sí mismo en un reportaje que había publicado en otro medio y por las citas balines y chafas de Dylan. ¡Bah!, no tendría la menor importancia. Casos famosos ha habido. Aquí tenemos una magistrada copiona y pirata y nada ha pasado. Y los escritores, como los novelistas, van viviendo ya de sus mentiras, como esa canción mexicana. Sé que mientes al besar y mientes al decir te quiero. Así es el periodismo. El despedido era redactor de plantilla, sueño de muchos periodistas. Los tiempos de la humanidad registran plagios. El internet ahora facilita el plagio, pero también es más fácil de descubrir. En 1980, a los 26 años, Janet Cooke publica La historia de Jimmy, sobre un niño de ocho años adicto a la heroína. Gana un Pulitzer antes de admitir que el reportaje era una invención. En 1998, la revista The New Republic admite que 27 de los 41 reportajes que ha escrito para ella el periodista Stephen Glass contienen mentiras o invenciones. En una de ellas se inventó a un hacker y una empresa a la que había atacado. En 2003, Jayson Blair, una joven estrella de 27 años de The New York Times, admite que se ha inventado fuentes y citas en decenas de noticias. Llegó a firmar crónicas desde ciudades que nunca había visitado. Fuente: diario El País.

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