CAMALEÓN — A cuatro años del “me canso ganso”

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Alfredo Bielma Villanueva

Recién había transcurrido la elección federal de 2018, y tras conocerse el inobjetable triunfo del candidato de MoReNa a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador, cuyo poderoso “efecto” electoral jaló hacia la victoria a otros muchos candidatos, entre ellos a quien ahora gobierna Veracruz, empezó a circular en tono de eufórico triunfo la frase “me canso ganso”, y en esta entidad no pocos comunicadores recibieron como obsequio navideño una botella de mezcal rotulada con esa entonces muy glamorosa frase, también utilizada en no pocas mañaneras durante el primer año de ejercicio de este gobierno de la denominada CuartaT. Ya en la confrontación entre el proyecto y la realidad, 2019 la economía no creció y la percepción relativa a un paso hacia adelante no se cristalizó em forma sensible. En 2020, padecimos el embate del Covid-19 convertido en mortífera epidemia, de la cual aún el año pasado sentíamos su brutal acometida. La muy cuestionable gestión del “Zar” del coronavirus, el inefable doctor Gatell, borró del escenario aquel “me canso ganso”, actualmente ya diluido por el decurso de los acontecimientos y la pertinaz controversia. Cuatro años después, ya iniciado el quinto ciclo de la administración encabezada por el tenaz político que iniciara su periplo hacia la presidencia de la república en 2006, éste se empeña en una sucesión presidencial ad hoc a sus propósitos de continuar su proyecto de nación fundamentado en un Estado de Bienestar; ignoramos si logrará su objetivo, pero sin duda se esfuerza por conseguirlo. Sin embargo, si bien protagoniza un papel estelar, no es el único autor en un el escenario nacional, tampoco su guion es ya el único a seguir, otros, el de las circunstancias principalmente, imponen el script. Además, en ese pugnaz teatro de la sucesión también participan y cada vez con mayor protagonismo los factores reales del poder, también instituciones creadas para el contrapeso al poder y por supuesto el gigante del norte, cuya mística expansionista nos recuerda con insistencia que si a ellos les da gripa a nosotros nos ataca la neumonía. El nearshoring no solo influye en el proceso económico, también produce efectos en la política. Es en ese difícil entorno donde se mueve el presidente López Obrador, quien debe multiplicarse para alcanzar su cometido; para su refuerzo cuenta con fuerte respaldo de seguidores incondicionales, quienes a su vez luchan por su supervivencia política, aunque es evidente que en ese conglomerado de partidarios convencidos en la fe no milita mucha experiencia, si éste fracasa deviene la estampida. No la tiene fácil el presidente López Obrador, debe entenderse su soledad en su prurito sucesorio, ¿en quien confiar para consolidar su proyecto? La señora Sheinbaum es fiel seguidora, Adán Augusto es alternativa confiable, hasta allí. Porque Marcelo Ebrard es actor político con trayectoria no forjada al amparo de AMLO, pudiera estar convencido en la necesidad del cambio requerido en México, aunque quién sabe si coincide con la metodología actualmente implementada. Monreal es político pragmático, juega según el curso de los acontecimientos, evitará la confrontación directa con AMLO mientras haya una rendija para ubicarse como opción para un cargo a futuro, clausurada esa posibilidad seguirá el camino más conveniente a sus expectativas. La narrativa del “Gran Solitario del Palacio”, bien descrita por René Avilés Fabila, sigue vigente. Grande es el peso que soporta la responsabilidad de un solo hombre en México, es quizás el precio de la inmoderada concentración del poder. No la tiene fácil AMLO, quien vive su momento histórico porque ahora es el presidente de México, mañana será un pasado cuya narrativa aún se antoja incierta. 

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