CAMALEÓN — El México de la Corona y el Imperio

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Alfredo Bielma Villanueva

 

Tejiendo para darle continuación al interés hacia México mostrado por las potencias europeas, no solo Humboldt ni Henry George Ward por parte de la corona inglesa vinieron a México con el pretexto de estudiarlo a propósito de su cultura, la agricultura y potencialidades económicas, también el imperio francés mostró interés de cuanto acontecía en nuestro país y por tal motivo comisionó, entre otros, a Charles Brasseur, desde el ministerio de cultura durante el Tercer Imperio encabezado por Napoleón Tercero. Brasseur hizo varios viajes a México, el tercero entre 1858- 1860, de cuyas investigaciones es producto el libro “Viaje por el Istmo de Tehuantepec” publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1981, el siguiente viaje fue en 1863, cuando se entrevistó con Maximiliano quien le ofreció el Ministerio de Educación o la Dirección de Museos y Bibliotecas del Imperio, que rechazó. En el libro de referencia, su autor ofrece la interesante travesía por el Istmo de Tehuantepec llevada a cabo en una nave de la Compañía Luisianesa de Tehuantepec, partiendo de Nueva Orleans, entrando por Coatzacoalcos (Villa del Espíritu Santo), navegando hacia Minatitlán en el “Sonora” un pequeño bote de vapor, hasta donde le fue posible continuar en barco, para después internarse en la ruta hacia Tehuantepec adonde llega anotando las multiples incidencias de su viaje. Pero, además, en ese libro también alude a personajes como Juárez, Porfirio Díaz y Mac Lane, así como al interés de Buchanan, el presidente estadunidense, quien se interesaba por el paso del Istmo: “En 1859 (Matías) Romero escribe a Juárez: Buchanan <me habló del Istmo de Tehuantepec sobre el que manifiesta gran interés…”.

La porción territorial mexicana denominada Istmo de Tehuantepec ha sido objeto de ávidas ambiciones internacionales, de allí el interés de Napoleón Tercero por conocer de ese estratégico territorio mexicano. Ese prurito no era nuevo, la comunicación interoceánica a través de Tehuantepec fue noticia en la Cuarta Carta de Relación de Hernán Cortés, y en 1774 Bucareli comisionó a los ingenieros Agustín Cramer y Miguel del Corral para levantar la información relativa a ese paso. Humboldt hizo referencia al tema en 1808. En el Tratado de Guadalupe Hidalgo, Estados Unidos reclamó derecho de paso por el istmo en base a una concesión supuestamente otorgada a uno de sus ciudadanos. Incluso se había dado una concesión por parte del gobierno mexicano para la construcción de un ferrocarril, cancelada precisamente a causa del comprobado expansionismo estadounidense. Libro interesante el de Brasseur porque incluso sugiere que el reconocimiento al gobierno de Juárez por el gobierno estadounidense encontraba bases muy explicitas en el Tratado MacLane Ocampo. He aquí, entre otras muchas, una de las constancias del por qué México ha sido territorio anhelado por potencias extranjeras. También explica la importancia del Proyecto Interoceánico que muchos gobiernos mexicanos, incluyendo al actual, han intentado concluir. La ironía de la historia en este caso radica en que, debido a la globalización económica, seguimos siendo un territorio de excepción, todo por nuestra vecindad con la potencia más grande y poderosa del planeta. Bien proclama afamado axioma “si no puedes con el enemigo, únetele”.

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