CONTRAPUNTO — Las cuentas de Leticia

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Por Juan José Contreras Lara

 

Vaya nivel tiene actualmente la política en una ciudad como Córdoba, que de aquellos treinta caballeros que tenía, creo que ya no le queda uno solo. En lugar de que sea una actividad enaltecedora, el ejercicio local de la política, si se le puede llamar así, se basa en chismes, infundios y ataques mediáticos. Cero debates, cero análisis, cero alturas. Todo a ras de suelo y más abajo.

Las ideas son sustituidas por ocurrencias; las propuestas por agravios; los diálogos por insultos y los reconocimientos por descalificaciones.

Me referiré aquí a la saga protagonizada en los últimos años por el PAN y sus principales personajes, que tiene su origen hace más de dos décadas, cuando empezó la alternancia en el gobierno municipal y se terminó con el poder monolítico del PRI.

No pretendo ser reiterativo, porque es historia de sobra conocida, pero el PAN, que más que partido siempre me ha parecido una cofradía de puros cuates, con reservadísimo derecho de admisión, a veces ha tenido buen tino y otras veces muy malo, para postular a sus candidatos a la alcaldía. Así, hemos visto que con sus siglas ha llegado de todo al palacio municipal, igual que sus antiguos archienemigos y ahora contlapaches del PRI. Es decir, cero controles de calidad.

Como a mí generosamente me conceden este espacio y no intento desperdiciarlo, sólo mencionaré que los cordobeses sabemos perfectamente quiénes han sido buenos gobernantes y quienes, en cambio, han resultado verdaderos hampones. 

El tema que nos anima hoy no es muy antiguo, data del periodo anterior, el que encabezó Leticia López Landero, quien, a mi juicio, por la circunstancia de ser mujer y haber obtenido el triunfo como lo obtuvo, con su lamentable desempeño posterior perdió la oportunidad de pasar a la historia como una alcaldesa digna de reconocer.

A estas alturas, creo que muy pocos cordobeses están convencidos de que durante su periodo hubo total honestidad y transparencia. Por el contrario, los entes fiscalizadores han detectado irregularidades y desvíos por muchos millones de pesos, tantos que no me atrevo a darle una cifra exacta y definitiva, porque cada uno trae sus números.

Hay muchas evidencias de malos manejos, pero el colmo fue la mamarrachada del puente a desnivel de la Estación, donde independientemente de la danza de los millones, la obra resultó deplorable, con materiales de pésima calidad y un trazo muy peligroso para la circulación. Una obra que, en lugar de aplaudirse, se recrimina.

Derivado de todo ello, la actual autoridad municipal, como es su obligación, le está dando curso a y seguimiento todas las acciones necesarias para aplicar la ley por el daño al patrimonio de los cordobeses generado por sus antecesores, para que así las instancias correspondientes actúen en consecuencia. Cuando aludo a la autoridad municipal, me refiero específicamente a la síndica Vania López González, porque el alcalde Juan Martínez Flores, quien de por sí es medroso para abordar algunos temas, simplemente con frecuencia escurre el bulto y se hace el occiso. No hay que olvidar, además, que la representación legal del ayuntamiento recae en la sindicatura, según lo establece el artículo 37 de la Ley Orgánica del Municipio Libre.

Sin embargo, el alcalde se animó y a duras penas este martes declaró lacónicamente a El Buen Tono que la exalcaldesa deberá responder por el daño patrimonial que generó a la institución y que sólo en 2021, el último año de su administración, ascendió a 127 millones de pesos. Señaló además que ha aportado toda la información que la Fiscalía General del Estado le ha requerido al respecto. Y hasta ahí. Punto.

Hay que agregar, que contrariamente a lo que se ha difundido en algunos medios, López Landero no ha resarcido, reintegrado o devuelto, como quiera usted ponerlo, un solo peso partido por la mitad, de ese daño patrimonial. Por lo menos oficialmente, no se ha informado absolutamente nada.  

Contextualizo esto porque ahora resulta que la exalcaldesa se dice perseguida y acosada, victimizándose constantemente y alegando su inocencia. Lo cierto es que en absoluto ha sido exonerada y, por el contrario, las acciones de fiscalización en su contra continúan tanto a nivel federal como estatal, pues no hay que olvidar que los municipios reciben mezcla de recursos.

En medios políticos de Córdoba, que es un pueblo chico, infierno grande, donde todos nos conocemos, ha trascendido que debido a todo ello la ex munícipe ha emprendido una constante campaña de desprestigio contra la síndica López González, apoyada en toda una red de incondicionales, incluso muchos de ellos dentro del ayuntamiento, mismos que dejó como herencia y le informan puntualmente. Usted comprenderá que, con la Contraloría y otras áreas vitales de la administración infiltradas, toda la información le llega de primera mano.

De ahí, el constante golpeteo difamatorio que se ejerce cotidianamente contra el trabajo de la síndica, a través de incondicionales que manejan numerosas páginas digitales, grupos de WhatsApp y demás. Sin embargo, López González ha sido clara, ha dicho que a ella no la detendrán esos ataques mediáticos y está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para que el daño al erario municipal quede resarcido y se aplique sin cortapisas el marco legal.

Para tener una idea más precisa sobre la manera de pensar de la exalcaldesa, le comparto un fragmento de lo que declaró en entrevista para el semanario Gatopardo el 23 de mayo de 2021: “Como mujeres, primero tuvimos que luchar por los lugares en la política y, ahora que ya estamos en esos lugares, tenemos que pagar la consecuencia de estar en esos lugares. Ahora que estás en ese lugar: no sirves, eres tonta, no tienes la capacidad, eres gorda, eres flaca, eres gay… todo es problema”.

Leticia hablaba de su caso, pero esas tiernas y enaltecedoras palabras se derrumban cuando ahora es ella quien actúa de manera similar, orquestando a trasmano esa campaña de descalificación contra la síndica. ¿Dónde queda entonces la tan exaltada sororidad?

La ex munícipe se victimiza y se dice perseguida porque pretende continuar con su carrera política. Eso está muy bien. Todos podemos tener aspiraciones a lo que sea, pero aquí conviene preguntar, ¿cuál carrera política? López Landero, integrante de una muy conocida familia dedicada a la actividad comercial, como hay cientos en Córdoba, en efecto, ya fue diputada federal, con una actuación no muy trascendental que digamos y después llegó a la alcaldía con el lamentable resultado que conocemos. Así, que ¿cuál carrera?

Si realmente quisiera seguir adelante y limpiar su muy deteriorada imagen, lo primero que debería hacer es transparentar totalmente su patrimonio, para que no quede ninguna duda sobre su procedencia en los últimos años. Si realmente quisiera ser congruente, debería hacer público el origen de sus ingresos antes, durante y después de ocupar el cargo. 

Y no solamente de ella, sino también de su familia. A su hija Olga Leticia Luz López todavía alcanzó a hacerla regidora y a su hijo Isaac lo ha impulsado como exitoso empresario del ramo de los gimnasios. También es conocida la debilidad de todos ellos por el sector residencial más exclusivo de la ciudad, el Club Campestre y los fraccionamientos aledaños, como el de Las Cañadas, zona habitacional que les ha gustado mucho,  tanto como para hacer negocios en materia inmobiliaria.

Cada uno puede vivir donde se le dé la gana, nada más que cuando se transita por la función pública y se manejan recursos que son de todos, hay que rendir cuentas y despejar totalmente toda duda. Si Leticia no hace eso, su imagen quedará deteriorada, sin que ello implique ninguna opinión sexista o intolerante, porque su calidad de mujer no la exime de actuar con transparencia.

Ella ha sido el personaje más recientemente postulado por el PAN, partido que está atrozmente dividido y confrontado a nivel estatal, en tanto que, en Córdoba, mejor no le cuento. Ese es el triste nivel de nuestra política. 

Ni modo. Es lo que hay.        

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