CONTRAPUNTO — Más preguntas

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Por Juan José Contreras Lara

Dos hechos ocurridos en los últimos días han abonado al escándalo de presunta corrupción y tráfico de influencias que se generó luego de que se descubriera que una trabajadora administrativa que laboraba interinamente en la Secretaría de Educación de Veracruz, Araly Rodríguez Vez, fue capaz de obtener contratos directos para vender todo lo que usted se pueda imaginar a diversas dependencias por más de 100 millones de pesos.

El primero de ellos fue lo declarado sobre el tema por el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien con su conocida línea discursiva errática y contradictoria, se erigió prácticamente ahora en abogado defensor de Araly ante los medios y no tuvo empacho en desmentir lo que días antes había afirmado, presentándola como una proveedora registrada, reconocida, solvente, que tiene todos sus papeles en regla. Casi un ejemplo, pues.

Como para mí la palabra del mandatario veracruzano carece de credibilidad y no vale tres pesos, vamos a enfocarnos en el segundo hecho importante en todo esto, que fue la carta aclaratoria, que presuntamente Araly difundió públicamente para desmentir los señalamientos en su contra. Y digo “presuntamente” porque simplemente la envió a los medios vía electrónica, no lo hizo en forma pública y hasta ahora muy pocos la conocen en persona.  

En ella puntualiza que se dio de alta en el SAT desde 2003 y se presenta como propietaria de una tienda de abarrotes, aunque se ha dedicado también a la venta de ropa y a reciclar papel y cartón, señala también que en 2014 cambió su actividad empresarial y en 2019 obtuvo el registro en el padrón de proveedores del gobierno del estado, habiendo cubierto todos los requisitos.

Sostiene que quedó viuda en noviembre de 2020, por lo que entró a trabajar como interina en la SEV a partir de 2022, presuntamente heredando la plaza de su esposo, y agrega que su empresa no se ubica en el domicilio fiscal difundido por algunos medios, “sino unos metros antes”, reiterando que cuenta con todos sus registros en regla y su número de proveedor fue autorizado por el gobierno del estado.

Estos alegatos de Araly, que pretenden aclarar mucho, no sólo no aclaran nada, sino generan aún más dudas. 

Es muy encomiable, que como muchos hemos hecho, Araly desarrolle actividades comerciales para sobrevivir, pero si a partir de 2019 se convirtió en exitosa proveedora de dependencias estatales, ¿aún requería por su viudez laborar cubriendo un simple interinato en la SEV en 2022? A esas alturas ya había facturado decenas de millones de pesos.

Aunque ella no lo hizo, el gobernador reveló que su empresa, “que no es fantasma”, se llama AR Soluciones. Lo que no quedó claro fue si se trata de una persona física, o si como también el cantinflesco gobernador había señalado días antes, que Araly era únicamente representante legal de esa empresa o prestanombres, en este caso obviamente se trataría de una persona moral, de una sociedad, y si en efecto así es, la gran pregunta sería, ¿entonces quiénes son los socios? 

Suponiendo que como alega Araly todo está fiscal y administrativamente en regla, ¿los precios de los productos contratados también? ¿No están fuera de mercado? ¿Todo lo adquirido se entregó o fueron compras de humo? ¿Quién cotizó y autorizó? Para fines de transparencia, ¿cuál era la identidad de su marido? ¿Tiene capacidad logística para comerciar productos y servicios tan diversos y para almacenarlos? Ella misma sostiene que el domicilio publicado en medios no corresponde a su empresa porque está a corta distancia, en una construcción modesta, ubicada en una colonia popular, que está aparentemente deshabitada. ¿Allí se pueden mover millones de pesos en mercancía o sólo es una fachada?  

La facilidad con la que Araly pudo erigirse en millonaria proveedora estatal nos lleva a preguntar, ¿cuántos casos más habrá por ahí incrustados en los generosos recursos de las dependencias? Ya se sabe que el gobierno de Cuitláhuac por eso no licita nada, todo lo manejan a través de la asignación directa, lo que da una manga muy ancha para el “negocio”, pues todo se cubre con la red de complicidades que opera en las secretarías, direcciones y demás.

   No hay que ser ingenuos ni estúpidos, nada más hay que imaginar la cantidad de Aralys que seguramente pululan por ahí porque el pastel presupuestal es muy grande, son decenas de miles de millones de pesos los que están bajo riesgo. Y este escándalo si verdaderamente se investiga a fondo, puede ser solo la punta del iceberg.

Veremos hasta dónde llega don Cuitláhuac en su pretensión de continuar presentando a su gobierno como el más honesto e impoluto de la historia en Veracruz, para no caer de la gracia de su mesías tropical.  

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