Desde el Café La de Veracruz, una Fiscalía bien salada

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Por Bernardo Gutiérrez Parra

Apenas se confirmó la detención del ex fiscal Jorge Winckler Ortiz se soltaron las especulaciones. “Su aprehensión es el aviso inminente de que van por Miguel Ángel Yunes”. “El ex gobernador lo entregó a cambio de impunidad para él y sus hijos”. “Winckler pactó su detención porque las acusaciones en su contra son graves: tortura y desaparición forzada. Seguro que recurrió al criterio de oportunidad”. Especulaciones, puras especulaciones. Sobre los cargos que le imputan aguas; tiene un par de acusaciones que lo pueden tener lustros en prisión; la CEDH lo señaló de fabricar pruebas mediante actos de tortura. Pero hay más. Nunca fue un Fiscal autónomo; siempre estuvo presto a cumplir las órdenes de su jefe el gobernador por arbitrarias que fueran. Quienes lo conocen, aseguran que Jorge le profesa a Yunes Linares una fidelidad “a prueba de todo”, pero la prisión ablanda. Quizá nadie le reproche si confiesa que mandó encarcelar a decenas de inocentes para saciar la sed de venganza de su jefe que ordenó esas detenciones. Aunque eso no lo haga menos culpable. Durante su tiempo como Fiscal no sólo detuvo a inocentes; aprehendió a varios sujetos que traían la R de ratero en la cara, pero que andan sueltos porque nunca supo cómo elaborar las carpetas de investigación y todos abandonaron la prisión apenas se acabó el bienio yunista. En septiembre del 2019, horas antes de que lo destituyeran, platiqué unos minutos con él en la espaciosa sala de juntas de la FGE. Fue gracias a la mediación de un compañero que tuve el único acercamiento, una única charla, cuando lo que buscaba era una entrevista. “Te ruego me disculpes pero ahora no, cualquier cosa que diga puede ser utilizada en mi contra” me dijo con una mueca que quiso ser una sonrisa. Tenía una palidez de anémico y unas profundas ojeras; a leguas se le notaba el cansancio no sólo físico sino mental. Ya sin el apoyo de Miguel Ángel y perseguido por el gobernador Cuitláhuac García y por Eric Cisneros, se veía lo que le sigue a desamparado. “De haber sabido que iba a suceder esto, jamás habría aceptado el cargo. Me hubiera dedicado a mi bufete” me dijo. “¿Qué vas a hacer?”, le pregunté. “Aguantar”, me contestó. Pero no aguantó; antes de que se cumplieran 24 horas de esa charla lo echaron. Ignoro si fue la inmadurez o el saberse cubierto por el manto protector de Yunes Linares, el hecho es que Jorge perdió el piso, le ganó la soberbia y jamás pensó que viviría una pesadilla, hasta que la pesadilla llegó. Esa soberbia combinada con el abuso de poder le multiplicaron a sus enemigos que hoy festinan su detención. Uno de ellos, Luis Ángel Bravo Contreras, el primer fiscal que tuvo Veracruz, escribió en sus redes: “Justicia divina. No hay plazo que no se cumpla. Con la vara que mides serás medido”. ¿Lo entregó Miguel Ángel? ¿Pactó Jorge su detención? ¿Hay algo más? ¿Qué es? Ahorita todo son especulaciones. Lo que hay de cierto es que ayer llegó procedente de Puerto Escondido, Oaxaca, fuertemente custodiado e ingresó al penal de Pacho Viejo a las 20:20 horas, donde pasó la primera de quién sabe cuántas noches. ¿Qué sigue? Con Wincker comienza su proceso judicial, pero con la Fiscalía hay que tomar medidas urgentes e incluso desesperadas. Por lo pronto echarle varios galones de agua bendita y darle una buena rameada porque está bien salada. Ha tenido tres fiscales: Luis Ángel Bravo Contreras que estuvo preso; Jorge Winckler que está en prisión y Verónica Hernández Giadáns que ha violado la ley tanto o más que su antecesor, pero hasta el momento ahí anda. bernardogup@hotmail.com

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