SCRIPTA MANENT – 4T. Planeación estratégica

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Luis E. Domínguez

-Está claro que la 4T no es la monedita de oro ni se gestó y está aplicando para “caer bien”. Pero a medida que avanza parece que pisa más callos, o al revés, pareciera que su avance está diseñado para pisar más callos y despertar más reacciones adversas.

Como si el propósito fuera descubrir hasta donde se podría llegar antes de provocar un repudio generalizado.

El aviso de los cierres de juzgados, por ejemplo, que de entrada suspende labores en 29 de estos centros de justicia en el Estado de Veracruz, ya generó diversas reacciones adversas por parte de grupos sociales que se saben o sienten afectados directamente, y que antes de meditar respecto de la posibilidad de que sea una mejora, ven los contras inmediatos.

Y es que en nombre de la austeridad republicana, el Tribunal Superior de Justicia decidió dejar como desempleados a cientos de burócratas, jueces, trabajadores de confianza y eventuales sin base.

En los distintos distritos judiciales la reacción de cierres de estas oficinas de todo tipo y nivel lo único que deja ver por el momento es que los casos, juicios y trámites seguirán enpantanados y acumulándose ahora con mayor velocidad y más tiempo.

Esto es, ya la justicia era lenta, ahora podría ser casi estática. Eso comentan abogados por sí o a través de sus colegios.

Lo anterior, se suma a la situación real del proceso de justicia en nuestro país y nuestro estado: el rezago permanente de miles de expedientes.

Y es que como en otros aspectos de la rápida transformación que se está gestando en México, lo que no se ve es el objetivo… Pareciera que es el proceso de comunicación lo que falla.

Si los diseñadores del proceso de cambio tienen claro los tiempos, movimientos, cronogramas, presupuestos, efectos y destinos de cada acción que se aplica, la estrategia y las diversas tácticas que se operan no siempre han resultado adecuadas.

Ante ello lo que se vive es rechazo, crítica, denostación y repudio. Y tienen que entrar mecanismos de reacción y soporte que no cuentan ni con credibilidad ni mucho menos confianza.

Para transformar una realidad -lo que siempre es posible-, se debe en todos los casos plantear lo más claro posible lo que se quiere, a dónde y qué es lo que se quiere tener. En el otro extremo, es imperativo tener un conocimiento profundo, completo y detallado de la realidad actual, y teniendo estos dos extremos, elaborar el Plan para transformar la realidad actual en aquella a la que queremos llegar.

El Plan debe ser minucioso, bien elaborado, para poder entonces diseñar una Estrategia, otra vez con tiempos, movimientos, presupuestos y procesos de evaluación, medición de resultados, etcétera…

Todo esto antes de iniciar el proceso de cambio.
Ya con el Plan, y la Estrategia, todavía se deben elaborar los diversos escenarios en los que el proceso de cambio se irá enfrentando, y diseñar las respuestas necesarias a las posibles reacciones vislumbradas.

Todo se puede, pero hay al menos dos formas de hacerlo, resumidas en frases muy cortas: “vencer para convencer”, o “convencer para vencer”.

La primera, actuar así, de tajo y son decir “agua va”, esperando que en el futuro inmediato las cosas salgan bien y al final se comprendan y se acepten, que parece es la que están aplicando y generando tanto rechazo…

La segunda, convencer para vencer, implica involucrar a todos en la necesidad de hacerlo, la comprensión generalizada en cuanto a aceptar, compartir y tolerar las consecuencias aparentemente negativas inmediatas, pero con la confianza de que vale la pena tanto desorden por lo que todos sabemos será mejor…

Cuestión de planear adecuadamente, y de usar la comunicación estratégica para transformar realidades sin tanto efecto negativo.

Algo así…

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