SCRIPTA MANENT — Nos robaron la calma, mataron cualquiera asomo de confianza

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Luis E. Domínguez Rangel

— La más reciente visita a Veracruz de Adán Augusto López, secretario de Gobernación, le sirvió a Cuitláhuac García Jiménez de apapacho. El responsable de la política interior del país (y también de la paz social) vino a decir que en otras regiones del país las cosas estaban muy mal en cuestión de seguridad, y que Veracruz era un remanso de paz, tranquilidad y desarrollo. Que en Veracruz estaban los mejores ejemplos de qué hacer para que todo fuera armonía y crecimiento…

Y mañana viene otra vez, Adán Augusto, en franca postura de aspirante a Presidente de México. Viene al WTC de Boca del Río y, a diferencia de las veces anteriores, ahora el gobernador García Jiménez está promoviendo esa visita, y hasta invitando al pueblo sabio y bueno a asistir al evento.

El cambio de actitud de Cuitláhuac es entendible, su única corcholata está débil y casi desaparecida, y su anhelo de impulsar a Rocío Nahle a sucederlo, ha quedado muy desvanecido. Tanto que de quien renegaba y a quien denostaba, a Manuel Huerta, ya fue a aplaudirle y echarle más flores que a una tumba reciente. Y ahora, ni modo, está tratando de quedar bien no sólo con Adán Augusto, sino con su coordinador en Veracruz y otros lares, Sergio Gutiérrez Luna.

Si Cuitláhuac cambió de actitud, y estará en el WTC mañana aplaudiendo y echando porras muy agusto, esperamos que también Adán Augusto lo haga, y reconozca que Veracruz está, en materia de seguridad, para llorar, y que sea cual sea el trabajo que al respecto esté coordinando y ordenando el gobernador, es un verdadero fracaso.

Ya hay muchas palabras y opiniones en redes y medios de información que reflejan el sentir de los veracruzanos respecto a la inseguridad que aquí se vive. Lo sucedido en Córdoba este martes no es ni siquiera lo más grave, solo lo más reciente…

¿Por qué elementos de Seguridad Pública del estado “resguardan” una vivienda propiedad de una funcionaría estatal, que fue “robada” hace días? A los tres policías que cuidaban desde la banqueta dicha casa los agredieron, y eran apenas las diez de la mañana. A uno lo lesionaron con dos balazos, a los otros dos se los llevaron solo para asesinar salvajemente a uno de ellos minutos después, y a otra… Todavía no la encuentran.

Y luego, en un desesperado operativo en el que participaron decenas de patrullas de todas las corporaciones, por todos lados buscaron sin encontrar… Poniendo la ciudad y a sus habitantes en la más terrible zozobra. Cerraron comercios, suspendieron clases, se vaciaron las calles y bulevares… Y en la búsqueda totalmente desenfrenada, irrumpieron viviendas y allanaron hogares.

El alcalde cordobés de plano salió a las redes sociales en un video llamando al pueblo a la calma y a la tranquilidad… Cómo si fueran los habitantes de la ciudad los causantes de tanto terror…

Y mientras eso sucedía en Córdoba, a pocos kilómetros de distancia, en Rafael Delgado, el pueblo temeroso de plano salió a la calle a quemar motocicletas y muebles, a exigir que se quedara “al menos esa noche” la Guardia Nacional, porque de los policías están cansados, hartos, y espantados, desde que asesinaron a su alcalde, hace dos semanas.

Por la noche la tensión se sentía en cada calle vacía y en cada kilómetro de los bulevares y avenidas desde Yanga hasta Fortín… Quienes hicimos los recorridos para verificar e informar, fuimos detenidos hasta en tres ocasiones para que nos revisaran los carros y los bolsillos.

El daño que se hace a la población veracruzana con la inseguridad va más allá de la degradada economía. El vivir en la constante zozobra y el temor se nota en los rostros y las actitudes de los cordobeses.

Y todos sabemos que el miedo acumulado también mata. La reacción del ser humano ante el miedo es también la violencia.

Los últimos 10 días en la región de las altas montañas se han robado la calma, la tranquilidad, y están dejando solo miedo en la población.

Las acciones de los pobladores de Rafael Delgado son el ejemplo de lo que puede suceder en otras ciudades: El pueblo quiere paz, quiere tranquilidad, quiere un cuerpo policiaco en quien confiar, quiere que nos devuelvan la confianza. Y por eso salió a quemar, a gritar, y a exigir.

Más vale que lo escuchen.

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