SCRIPTA MANENT — Periodistas a la cárcel

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Luis E. Domínguez R.

— Este sábado, el Diario Reforma da cuenta de un hecho que me llama la atención, y lo comento tomando el texto de la nota: “Autoridades municipales de San Luis Acatlán (Guerrero) dejaron ayer en libertad al director del portal de noticias Prensa del Sur, Bertín Chino González, después de obligarlo a borrar el video en el que mostraba irregularidades de un vivero del programa Sembrando Vida”.

De acuerdo con la nota, el director de Prensa del Sur abandonó la cárcel en donde estuvo encerrado por más de 5 horas, y en el acta “judicial” de aquella Comisaría, quedó asentado que: “Se detiene al señor Bertín Chino González, periodista del periódico Prensa del Sur, por subir a las redes sociales que los grupos de Sembrando Vida que dirige el presidente López Obrador no están funcionando en todo Guerrero especialmente en Horcasitas, Atlamajalcingo y Olinalá”.

Esa acta la firman el comisario municipal Ángel Morales Agustín, y la síndica procuradora del ayuntamiento de San Luis Acatlán, Gilberta Dolores Gálvez. Para liberarlo del encierro, comprometieron al periodista a pedir una disculpa pública, y a “no volverlo a hacer”…

Si lo anterior no es el mejor ejemplo de lo que los discursos amlianos contra el periodismo y los periodistas críticos ya están ocasionando en México, les invito a que me brinden otro.

El periodista crítico en México está expuesto ya no solamente a la violencia y la amenaza, sino a la detención y la cárcel. Es un hecho.

Y en el análisis, seguiremos apuntando que aunque la existencia de instrumentos legales para regular el discurso público es un asunto controvertido, históricamente establecer límites a la expresión oral o impresa estaba justificado en tanto el Estado tenía como una de sus funciones sancionar la blasfemia, la obscenidad y la herejía.

“Toda expresión que se interpretara como contraria al poder divino y a lo que se consideraban los intereses del reino debía ser perseguida y castigada”.

Eso era antes… Mucho antes…

Y me apoyo para este comentario en el artículo “Aliados estratégicos y los límites de la censura: el poder de las leyes para silenciar a la prensa”, publicado en 2019 por María Grisel Salazar Rebolledo.

Si estamos de acuerdo en que una de las funciones básicas de la Prensa es la vigilancia y la difusión de ilícitos e irregularidades cometidas por servidores públicos, recordemos que desde la década pasada la tendencia mundial apunta a la derogación de las llamadas “leyes de desacato”, por su incompatibilidad con los sistemas más amplios de protección a derechos humanos.

Sufrir sanciones penales o la sola idea de enfrentar una demanda y verse implicado en un largo proceso judicial son poderosos desincentivos para que un periodista decida involucrarse en la investigación y publicación de notas que incluyan denuncia contra acciones o irregularidades cometidas por funcionarios públicos.

Dice Salazar Rebolledo que “La utilización desvirtuada del marco normativo para inhibir el ejercicio periodístico crítico constituye una de las estrategias de intimidación más oprobiosas, pero, al mismo tiempo, uno de los obstáculos para la libertad de prensa menos explorados”.

Las agresiones contra los periodistas o el gasto en publicidad gubernamental han dominado el debate sobre los obstáculos que enfrenta la libertad de prensa en México, pero es claro que la función de vigilancia que desempeña la prensa, al denunciar los fallos del gobierno, constituye una de sus contribuciones centrales para contenerlo, haciendo de la prensa un contrapeso latente.

En términos de la realidad, desde hace dos siglos la labor de los medios se concibe como un ingrediente esencial para establecer límites al poder. La posibilidad de exhibir a los funcionarios que cometen irregularidades o ilícitos, la capacidad de generar agenda y, especialmente, de fungir como catalizador de procesos más amplios de exigencia de responsabilización hace que el periodismo crítico se conciba como “intrínsecamente valioso para la rendición de cuentas” por exponer asuntos que los poderosos “preferirían mantener ocultos”.

Es por ello que, entre todas las funciones de la prensa, la crítica destaca por sus repercusiones para la vida democrática y es la que detona respuestas más notorias entre el círculo en el poder.

Pero eso no lo entiende López Obrador. Ni le interesa. Y como tiene su foro temprano para vociferar en contra de medios y periodistas que investigan y exponen deficiencias, desaciertos, irregularidades y corruptelas, él dice que lo critican, y entonces sus seguidores entienden como instrucción de su “sensei” el arremeter, y ahora encarcelar… Válgame!

Entonces, hoy por hoy en México, el periodista que se atreve a publicar cosas como que el programa Sembrando Vida no está funcionando, será detenido y encarcelado. Ya habremos quienes sigamos exponiendo errores, irregularidades y francas corruptelas.

Abrazo a Bertín Chino González.

Sea por Dios, y venga más…

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