Sobre lo ocurrido en la SEV – Jalar los bigotes al tigre

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Juan José Llanes

Conozco maestros. Vengo de una familia de maestros. Mi madre, mis abuelos, se dedicaron a la educación. Conozco varias organizaciones sindicales. He conocido a varios dirigentes.

En Veracruz hay un fenómeno de plurisindicalismo. En ninguna entidad federativa el magisterio tiene tantas opciones de sindicación.

Creo que, con distintos matices, las organizaciones sindicales tienen en común varias cosas; la primera, que en ellas militan personas con una preparación social y política por encima de la media (sin que esta expresión pretenda menospreciar a otro tipo de sindicatos). Tienen tradicion y vocación de lucha. Tienen experiencia en negociaciones con las autoridades educativas. No se doblan fácilmente. Son transigentes y tienen paciencia.

Y sí, algo tambien es cierto: en los sindicatos magisteriales hay de todo. Buenos y malos dirigentes. Dirigentes honestos y otros que no lo son. Pero nunca debe perderse de vista que un sindicato no son unas siglas, menos aún un dirigente. Un sindicato es el colectivo de trabajadores que lo conforman.

No es la primera vez que miembros de sindicatos magisteriales deciden ingresar a la Secretaria de Educación de Veracruz y plantarse en espera de ser atendidos y de sostener un diálogo.

Lo hacen porque definen (con razón o sin ella) que es la única ruta que les queda. No lo hacen por pasatiempo ni por fastidiar ni por “desestabilizar” (hay que ser muy paranoico para afirmar ésto último).

Quienes hemos visto las luchas sindicales sabemos que tomar la decisión de hacer un plantón, tomar una oficina, bloquear una calle, irse a un paro o estallar una huelga, es una decisión difícil. Implica desgaste, implica riesgos, y no siempre se producen los resultados esperados.

Deploro que se haya usado la fuerza este lunes por la noche en la SEV para desalojar a maestros.

Me pesa ver que un dirigente sindical (quien sea, por lo que sea), sea subido a una patrulla, a jalones, maltratado por policías.

Me extraña que un gobierno que -dice- emanó de la lucha social y usó las calles como trincheras frente a regímenes opresores y autoritarios, recurra a prácticas (por lo menos) parecidas.

Me preocupa que se criminalice la protesta social y me parece que no se está en la misma sintonía con lo que se pregona desde el Palacio Nacional.

Me da la impresión de que usar la fuerza pública en lugar de la negociación, no es algo que se merezca una golpeada burocracia.

No faltarán, estoy seguro, quienes traten de ver conspiraciones retorcidas detrás de la protesta magisterial. No creo que las haya. Son tiempos electorales, claro, pero no todo tiene que inscribirse en ese combate en el que la mayoría de los ciudadanos solamente tenemos un rol testimonial. Tampoco los tiempos electorales tendrían porqué ser razón de peso para postergar los reclamos.

Quizás el gobierno de Veracruz no haya advertido que el magisterio veracruzano, aunque es respondón, no se ha radicalizado como en otras partes de México.

Si la idea era enviar un “mensaje” a otras agrupaciones sindicales para que no osen perturbar la paz en el kilómetro 4.5, creo que la estrategia no dará resultado.

Por el contrario: le están jalando los bigotes a un tigre.

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