2007, una elección Intermedia. Fidel y partidos políticos se acechaban mutuamente

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Alfredo Bielma Villanueva

— (En 2007 se llevó a cabo el proceso electoral intermedio del gobierno de Fidel Herrera Beltrán, Felipe Calderón (PAN) gobernaba México, y en Veracruz, Fidel el gobernador se preparaba mañas en ristre para recuperar el control del Congreso local y no seguir comprando cada voto “opositor” que conseguía a su favor, principalmente provenientes del PRD cuya bancada legislativa salió bien “forrada” por ese intercambio de venderle votos al gobernador a cambio de suculentas cantidades provenientes, ¡claro! del tesoro veracruzano. Intenté retratar ese periodo con la siguiente narración que intitulé “La tertulia”):

“La respuesta fue inmediata, casi lógica; acaso justificada. Era una tertulia muy plural en la que un perredista hablaba a sus contertulios acerca de la intromisión del aparato gubernamental fidelista en el proceso electoral veracruzano en curso, pronto encontró respuesta cuando los afiliados al PRI que allí estaban respondieron al unísono: “¿y que se hace si el gobierno federal está metido hasta la cocina en todo esto?” También instantáneamente se escuchó la respuesta de los pros azules: “¿Acaso pintar de rojo al Estado en temporada electoral no es injerencia del gobierno estatal?”

Un poco apartado, el grupo de los convergentes y uno que otro petista escuchaban con atención el intercambio de reproches de sus contertulios políticos, en su interior reflexionaban que estos mantenían una actitud definida, mientras ellos, Convergencia, PRD y PT­, debiendo estratégicamente coaligar esfuerzos, habían menguado sus propias fuerzas al enfrentar la disputa comicial por separado. Pera era ya demasiado tarde, y desperdiciada la oportunidad ahora ansiosamente buscan no quedar rezagados en momentos en que uno de ellos sufre severa crisis existencial.

Un panista de nuevo cuño sin ningún recato expresó que se justificaba la participación del gobierno federal porque que importaba conservar el dominio en el Congreso veracruzano y triunfar en un mayor número de municipios. Al PAN, dijo, lo que interesa es mantener su actual situación política en el Estado,  envidiable si consideramos su progresivo avance en el control de importantes municipios de la entidad.

“Ustedes priístas ya comieron durante mucho tiempo de ese pastel, no se quejen si el pueblo ya no los favorece, con todo el despliegue publicitario y la hipotética simpatía popular de su gobernador, cuyo nombre por cierto no aparecerá en las boletas electorales”.

Esto último no agradó a quien llevaba la voz entre “los rojos”. “Momento, dijo, a Fidel ni lo toques, es el mejor gobernador que hemos tenido, el más político, el mejor preparado para el cargo, un fuera de serie. Muestra de ello es que ni ustedes ni Calderón han podido con él, ni podrán como decía Don Teofilito. Además, le temen porque será el próximo candidato del PRI a la presidencia de la república pues está mejor posicionado que Beltrones, Gamboa, Beatriz y que los gobernadores del Estado de México, Nuevo León y Durango”. Al oír aquel encendido panegírico los presentes intercambiaron miradas y sonrisas, uno de ellos iba a responder pero se lo impidió la fuerte granizada de palabras y el creciente murmullo originado por el singular despliegue futurista.

“Por otro lado, a pesar de que los panistas ya aprendieron las viejas mañas que en nosotros criticaban y han demostrado que en corrupción también sacan dieces, nosotros les vamos a ganar el Congreso y a arrebatar los municipios importantes que ahota gobiernan. Por lo demás, extraña que ustedes hablen de “pueblo” cuando nunca han sentido ni sus necesidades ni lo que es vivir en la miseria”.

Un Convergente que entró al tercio expuso que “al Partido Revolucionario Institucional, particularmente al Gobernador del Estado, le urge una mejor posición en el esquema político estatal, porque si bien el PRI se mantiene en el Gobierno, no se le ha visto con la fuerza suficiente que este hecho supone. Los tres primeros años del gobernador no han sido miel sobre hojuelas porque ha tenido que batallar para mantener cierto control político, no del todo conseguido. Es obvio el dolor de cabeza que le significa tener en la conurbación Veracruz-Boca del Río a alcaldes que no le rinden pleitesía y, peor aún, que le oponen marcada resistencia a sus disposiciones.

“Por esta y otras razones nosotros-prosiguió el convergente- creamos la figura de un candidato con perfil ganador y se lo hemos ofertado al gobernador para aligerarle la preocupación de no tener un candidato con posibilidades para Boca del Río. También concedimos evitarle problemas en Xalapa y trabajar juntos si ganamos en Orizaba y Córdoba. Esperemos que cuando nuestro líder nacional (Dante) plantee abiertamente su candidatura al gobierno del Estado en el 2010, recibamos las muestras de reciprocidad que nuestro actual comportamiento merece. Mmm, aunque….quien sabe”.

Receloso, el perredista escucha y no opina. Se sabe en desventaja. Él pertenece a una de las tantas fracciones de su Partido y está consciente de que éste va en pleno declive y se debate en una crisis existencial de serias proporciones. La integración y ajustes de sus planillas municipales, la renuncia de algunos de sus candidatos así lo demuestran. Además, la discordia con Convergencia es reflejo de lo que ocurre a nivel nacional en su Partido. Flota en el frente perredista el rumor sombrío rumor de la creación de un nuevo Partido y el nombre de López Obrador ocupa el centro de ése murmullo.

Despertando de su somnolienta actitud el petista para no quedarse atrás interviene, aunque sabe bien que su partido vela por su existencia: “A nosotros nuestros cofrades (el PRD) nos han discriminado, somos, dicen, el patito feo de la alianza, al menos en Veracruz. Y si a esa vamos hemos de recordarles que en política todo se vale, hasta realizar alianzas subrepticias con nuestros opositores. Aquí vale más la franquicia que el número de afiliados, lo estamos demostrando en Xalapa y otros municipios en donde nos utilizan y utilizamos; todo sea por la sobrevivencia personal, del grupo y, si se puede, también del partido”.

Junto a la opípara y bien servida mesa de estos contertulios un solitario parroquiano había escuchado con atención a estos salvadores del Estado. Frente a su copa  escanciada con modesto licor meditaba que la lucha electoral es dura, se libra palmo a palmo, requiere de muchos recursos, por supuesto dinero público aplicado para conseguir el objetivo de unos cuantos; lo cual se traduce en una perversión de nuestra democracia electoral, todo por el prurito de conservar o de obtener el poder. Reflexionaba también en lo inútil que resulta en esos términos cualquier juego democrático si quienes lo practican, salvo contadas excepciones, no muestran respeto al marco normativo ni buscan el beneficio social. Miró en su entorno y observó las otras mesas, también plenas de gente, cada cual con su tema, muy ajenos a lo que él había estado escuchando de sus vecinos y desalentado murmuró: “por eso estamos como estamos”.

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