ACERTIJOS — el tren pasa primero

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*Cuando la ley y la política chocan, la ley es la que sufre. Camelot

Gilberto Haaz Diez

Hace unos días ocurrió un accidente sin lamentar en Orizaba, en un crucero que va a Ojo de Agua, donde es un paso muy concurrido porque se circula hacia Potrerillo 1-2 y 3 donde viven miles de familias, aunque es Ixtaczoquitlan, un municipio pegado a Orizaba. Orizaba pasó a la modernidad cuando el alcalde Juan Manuel Diez Francos en su segunda alcaldía, fijó el puente de la entrada principal, un puente atirantado que le vino a dar certidumbre y seguridad a los automovilistas, porque allí también en el curso de la historia había habido accidentes y muertes. El asunto es que el gobierno federal concesionó a empresas mexicanas los tramos ferroviarios, este de aquí de esta zona lo tiene Ferrosur, de Germán Larrea, un milloneta al que no le importan las vidas humanas y que sus trenes pasen primero arrollando lo que puedan. Debía el gobierno federal, que es quien los concesiona, obligarlos a que en los cruces más concurridos pongan unas plumas automáticas, como las hay en los pueblitos más pequeños de Estados Unidos, pero estos de Ferrosur no le contestan el teléfono ni a Dios, mucho menos a las autoridades locales, que han presionado para que las fije en cruceros como este mismo donde fue el accidente, en la calle Uno y Vía. Otro peligrosísimo lo es el de Plaza Faro y arrocera Schettino, en Sur 33; también el de Sur 15 donde llegan los camiones de Zongolica, y la de Sur 19. Germán Larrea y sus gerentes inútiles de aquí, debían ponerse las pilas y mandar a comprar a Estados Unidos esas plumas con alta tecnología. Se han adueñado de la historia y de las bellas, antiguas y grandes terminales donde las cerraron como campo de concentración de Auschwitz y no dejan pasar a nadie. Es más, me reportan que ni siquiera limpian las vías y el ayuntamiento de Orizaba se los tiene que andar limpiando, con los extraordinarios trabajadores de limpia pública.

LOS RESTAURANTES DE CORDOBA.

Un lector me reclamó, con justa razón, que solo cuando hablo de los restaurantes exhibo los de Orizaba y a Córdoba la hago menos. Van. Suelo ir cuando voy al café con el notario Alejandro Herrera Marín, a comer al Virreynal, cuyo lema ‘Muchos platos, pocos pesos’, va de acuerdo con su frase. Allí se come rico y barato, y son cuatro platos, terminas llenísimo y hay que ir a dar una vuelta al parque 21 de mayo para bajar la panza. También suelo comprar las tortas de pierna envinadas del Borrego, riquísimas, hay también las tortas de La Rielera, que estaban y están en Peñuela cerca de la vía y ahora pusieron sucursal en el bulevar Tratados de Córdoba, para mejor comodidad. De carne enchilada, chorizo y jamón con queso y papa con chorizo, riquísimas calientitas en un pequeño horno eléctrico de microondas. Alguna vez comí en Los Portales en Zevallos y otro que tienen el menú comidas corridas y siempre hay un marimbero ambientando el buen comer. Y los boleros, que allí deambulan dando grasa. Hay una marisquería llamada Casa Díaz, La Tasca, Las Crepas, Patio de la abuela. Tiene Córdoba para escoger.

LA CORTE Y EL PRESIDENTE

El presidente amanecerá peido, me dijo un cuenqueño. Era natural, así amaneció en su mañanera, todo nojao. Sucede que en la Corte, que no es la de Tres Patines, sino la verdadera Suprema Corte de Justicia de la Nación, le dieron un bateo libre a su enmienda de querer que la Guardia Nacional la opere el Ejército, cuando la Constitución dice que debe ser mando civil el que lo haga. Como lo tienen casi todos los países del mundo, quitando los totalitarios como Cuba y Venezuela y Nicaragua y amigos gorilas que los acompañen. Uno recuerda a la mejor potencia del mundo armada militarmente, cuando en aquellos 13 días en que a punto estuvieron de entrar en guerra, por los misiles rusos encontrados en Cuba, un civil, Robert McNamara, que había sido reclutado de la presidencia de la FORD, fue enviado por el presidente Kennedy al mismo cuartel general donde se ubicaba el war room de los militares, no fuera a ser la de malas que se les ocurriera apretar un botón. McNamara, un civil, era el Secretario de la Defensa de Estados Unidos, y allí ningún chicharrón tronaba. El marcador no fue como el del Real Madrid al Chelsea, fue de 8-3 y, lo que no se dudaba, ayer las redes sociales hicieron trizas a los tres ministros que votaron con AMLO, el ínclito Zaldívar y la mujer pirata y la otra incondicional, que ni vale la pena poner sus nombres. Una mujer presidió ese histórico fallo. Un capítulo de la historia ocurrió. El presidente sabe que cuando vaya a violar la constitución, encontrará un muro de la ley, porque la ley, aunque no nos guste, es la ley. Y allí, ante ello, la bebes o la derramas. Bien lo dijo el filósofo Kamalucas: “Muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes la rompen”.

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